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sábado, 31 de enero de 2004

Roitman | Carod Rovira, ETA y el Terrorismo

Les presentamos el artículo de opinión con el que Marcos Roitman aborda el escándalo suscitado por el espionaje en contra de Josep Lluís Carod Rovira, mismo que se ha venido a conocer dado que información acerca de su encuentro con militantes de ETA fue "filtrada" al pasquín de extrema derecha ABC por la CNI, lo cual ha llevado a forzar su dimisión a pocos días de asumir su cargo como conseller en cap de Catalunya. Adelante con la lectura:

Marcos Roitman Rosenmann

Carod Rovira, ETA y el terrorismo

Carod Rovira, líder de Izquierda Republicana de Cataluña y ex conseller en cap del gobierno catalán, es descalificado políticamente por mantener conversaciones con la dirección de ETA. Simultáneamente, en Madrid se celebra el primer congreso internacional de víctimas del terrorismo. Ambos hechos no pueden ser desvinculados de las elecciones generales convocadas para el próximo mes de marzo.

El acuerdo entre el Partido Socialista de Cataluña e Izquierda Republicana para gobernar la Generalitat marca el fin de una era de control político ejercido por Convergencia y Unión bajo el dominio de Jordi Pujol. El triunfo político de Izquierda Republicana da al traste con un gobierno catalán donde el nacionalismo fue un recurso para negociar competencias y espacios de poder, y no un proyecto sentido por Pujol y los suyos. Su derrota electoral no podía llegar en peor momento para el Partido Popular y para la dirección del PSOE.

En estas circunstancias es necesario frenar el ímpetu renovado del nacionalismo catalán, en tanto rompe la estrategia de acoso y derivo diseñada por el PSOE y el PP, fundamentalmente, contra el gobierno vasco, el PNV y sus aliados. No olvidemos que en Galicia y Valencia gobierna el Partido Popular, y donde lo hace el PSOE no hay razones para temer la articulación de un nacionalismo extremeño, castellano manchego o andaluz, cercano a la propuesta del PNV. Por el contrario, sus presidentes autonómicos son los defensores a ultranza de la indivisibilidad monárquica. Así defienden el principio que da coherencia a la reforma política de la transición: del caudillo por la gracia de Dios a la monarquía por la gracia del caudillo.

En este contexto urge descalificar cuanto antes al nuevo gobierno catalán. Desde el PSOE se intentará mantener en corto a Maragall y desde el Partido Popular se confecciona un discurso del miedo y el terror. El fantasma de una España rota y sin futuro es el recurso. Sembrar el pánico en una sociedad despolitizada es relativamente sencillo. Basta con recurrir al terrorismo de ETA para conseguir un acuerdo rápido y multitudinario.

Sin embargo, todos los gobiernos desde Suárez a Aznar se han entrevistado con sus dirigentes. Más allá de las declamaciones públicas, todos asumen, en sus prácticas secretas, que la única salida conlleva reconocer el lado político de la existencia de ETA. En tanto Carod se reúne con dirigentes de ETA no hace sino continuar buscando una salida política, única posible. Ello dice mucho en su favor y poco de quienes lo han descalificado. La valentía y la fuerza de convicción del ex conseller en cap Carod Rovira debería servir de ejemplo para abrir puertas y no arropar sumisiones a una estrategia estéril practicada durante más de 30 años. Desde el Batallón Vasco español hasta los GAL, pasando por la traición de Aznar durante la tregua de ETA en las conversaciones de 1999, la desarticulación vía exterminio no ha dado frutos. ¿Por qué entonces no probar otros caminos? Negarse es síntoma de pequeñez política y de escasa convicción democrática. No debemos olvidar que las filtraciones que publica el diario ABC provienen de los servicios de inteligencia y descubren el seguimiento a dirigentes políticos por parte del gobierno del Partido Popular.

2. El congreso internacional de las víctimas del terrorismo, celebrado en Madrid en estos días, sufre el mismo sesgo ideológico que la crítica a Carod Rovira. Es curioso que sólo se consideraran víctimas del terrorismo y son invitadas aquellas personas que han sufrido atentados por parte de organizaciones que se declaman marxistas, comunistas, anarquistas o socialistas y a las que en España se identifica con ETA, aunque sus orígenes no tengan nada que ver con dichos adjetivos. Así, en este congreso, no hubo lugar para las víctimas de los GAL, por ejemplo. Tampoco se hizo sitio para los argentinos, chilenos, uruguayos, colombianos, bolivianos o estadunidenses, en fin tantos y tantas víctimas del terrorismo ejercido por las tiranías y cuyo aporte es más que necesario si se trata de identificar causas y patologías. Recordemos que Pinochet fue imputado por delitos de terrorismo, aunque el gobierno de España hizo todo lo posible, al igual que el británico y el chileno, para negarlo. No se entiende que la corona y el gobierno participaran del congreso y no hayan pensado en los ausentes, llamando la atención al unilateralismo con que se define a las víctimas del terrorismo. Desde luego ello no está en la mente de los organizadores ni menos de sus patrocinadores y conferenciantes. El objetivo de celebración es pedestre y no supone la defensa del humanismo y el pacifismo político. Sus invitados proyectaron odio y deseo de muerte al otro. Se trataba de aprovechar cualquier recurso para poner en evidencia el acuerdo por declarar terroristas sólo a aquellos que no nos gustan.

Esta política maniquea dice bastante poco del espíritu que ha presidido su convocatoria. Por sus asistentes y sus discursos se obtiene la amarga sensación de haber sido un evento destinado a legitimar las políticas antiterroristas del gobierno de George W. Bush y sus aliados. Se pierde, así, una oportunidad para discutir y explicar las causas y orígenes de la violencia fundada en el terror. Cuando se trata de justificar políticas sobre fundamentos ideológicos, y este fue el caso, presenciamos una manipulación. Sin embargo, en este contexto, no hubo escrúpulos por parte del PSOE y del PP para aprovechar su entorno para deslegitimar al ex conseller Carod Rovira en sus conversaciones con ETA. Qué pena y miseria al mismo tiempo. ¿Cuántas más víctimas necesitan el PP y el PSOE para abandonar una estrategia policial y probar otras alternativas de solución al conflicto vasco?

 

 



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