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martes, 18 de septiembre de 2007

Askapena : PNV, Sumisión y Desacuerdos

Esto lo hacen llegar los compas de Askapena:

Independentzia eta Sozialismorantz
EUSKAL HERRIA, PASO A PASO
Servicio informativo de ASKAPENA Nº 189


El PNV sacudido por la sumisión y los desacuerdos


Iniciar un proceso de negociación implica riesgos innegables para quienes participan en él. En el caso de que prospere, cada una de las partes debe de justificar ante los suyos las cesiones que ha hecho. En el caso de que fracase, cada una de las partes intentará pagar el menor precio posible. Es obvio que la parte más débil corre riesgos mayores ya que dispone de menos medios para trasladar su punto de vista sobre lo ocurrido.

En el caso del frustrado proceso vasco, el Gobierno español gozaba de un amplio margen de maniobra para recortar los costos de la ruptura. Además de contar con los ingentes recursos que ofrecen los aparatos del Estado, contaba con un aliado de incalculable valor por su actitud servil: el Partido Nacionalista Vasco.

Durante el proceso, quien pudo ser interlocutor asume el rol de colaboracionista. Era evidente que el PNV debía de estar presente en la mesa de diálogo dada la representatividad que tiene en la Comunidad Autónoma. Lo que no era tan evidente era la actitud que dicho partido iba a adoptar durante el proceso. Se olvidó de su extracción vasca y se posicionó en el lado del Gobierno español.

Se olvidó de su identidad nacionalista y reforzó las tesis del Estado que nos niega la soberanía. Renunció a introducir cambios en el actual modelo político y apostó por defender el modelo autonómico que es la raíz de la confrontación. A una con él Gobierno español plantea 'paz por presos', desvincular la pacificación de la normalización política, introducir pequeños cambios cosméticos para que Euskal Herria siga siendo -con la adhesión de los propios vascos- una provincia de España.

Tanto se posicionó el PNV con las tesis españolistas que, en la última tanda de conversaciones, Batasuna vetó su presencia en la mesa pues, olvidando los intereses vascos, no hacía más que reforzar los del Estado español, sobradamente defendidos por el Gobierno.

El PNV tenía un motivo añadido para bloquear una solución negociada: si la mesa hubiera consensuado un cambio de marco político esto hubiera significado que la apuesta a favor del marco autonómico que hizo el PNV hace 30 años, había sido un error. Y que la izquierda vasca, a la que el PNV niega toda entidad, había defendido los interese nacionales mejor que ellos. Si el proceso negociador hubiera tenido éxito, el futuro del PNV quedaría cuestionado. Este fue uno de los motivos que le indujeron a boicotear el proceso.

Al producirse la ruptura, se convierte en la voz de su amo

Concluido sin éxito un proceso, las partes negociadoras tienen que abordar una de la tareas más delicadas: trasladar a la sociedad su valoración del fracaso y gestionarlo de la manera menos costosa.

Batasuna por un lado y ETA por el suyo, han dado a conocer reiteradamente sus valoraciones de lo ocurrido. Tanto la organización política, como la armada consideraron que debían de implicarse de lleno en el proceso para buscar una solución definitiva al contencioso. Batasuna aceptó la exigencia de reconvertirse en otra fuerza política que diese margen de maniobra al Estado, aceptó una estructuración autonómica para todo el sur de Eukal Herria como situación transitoria para avanzar en la configuración de la unidad territorial (proponiendo otra autonomía para el Norte del país), reclamó el derecho a decidir que asiste a la sociedad vasca, flexibilizando en los ritmos y tiempos de cada territorio. ETA por su parte, reiteró que su tregua era un paso firme, que el atentado de Barajas no era más que un revulsivo para reconducir el proceso y que estaba dispuesta a desmantelar su estructura militar si se garantizaba el respeto a la voluntad popular. Ambas organizaciones atribuyen el fracaso al Gobierno español que no tiene ninguna voluntad de abordar la raíz del conflicto y busca, únicamente, la rendición de ETA. También al PNV hacen corresponsable directo de lo ocurrido.

Este partido utilizó todos los medios de que dispone para avalar la versión del Gobierno español y socializarla en Euskal Herria: 'ETA no tiene voluntad de paz', 'no mantuvo la tregua', 'intentó chantajear las conversaciones para que los interlocutores negociasen bajo amenaza'... Respecto a Batasuna, el PNV también reprodujo los mensajes de Madrid: 'Batasuna no tiene autonomía respecto a ETA'; 'se presentó como nueva sigla sin abandonar las hipotecas de la anterior al no condenar la violencia', 'cambió acuerdos que ya habían sido asumidos siguiendo las presiones de ETA'... La labor del PNV durante el post proceso ha sido demoledora y de un valor incalculable para Madrid: le ha eximido de toda responsabilidad, no le ha pedido cuentas de nada y ha socializado la idea de que ha sido el fanatismo de la izquierda el que ha reventado el proceso... El PNV ha hecho una defensa tan exagerada de Madrid que ha quedado en ridículo: el propio PSOE ha terminado por aceptar lo que el PNV negaba: que dijo 'no' a las iniciativas que presentaba la izquierda.

En la etapa post- proceso, realiza funciones de mercenario

La servidumbre del PNV tiene prolongación en la coyuntura política posterior al proceso: como la izquierda no se ha rendido hay que deslegitimarla haciéndola culpable de lo ocurrido y luego, machacarla. En ese contexto hay que situar la brutal agresión de la policía del PNV a los familiares y amigos de presos el día 9 de septiembre en Donosti. Una manifestación a favor de la amnistía y la autodeterminación que tenía 30 años de historia, fue prohibida primero y reprimida después por la policía política del PNV. Los disparos indiscriminados, los heridos, los detenidos, el traslado de un dirigente cualificado a la Audiencia Nacional para que fuera encarcelado, dan muestra de la bajeza en la que ha caído este partido.

Tanto tensaron la cuerda que, al fin, se rompió Era evidente que en el seno del PNV había discrepancias profundas. Todas las tendencias coincien en lo fundamental: ganar las elecciones, controlar las instituciones y aniquilar políticamente a la izquierda. Difieren en la estrategia. El sector más vasquista pretende neutralizar a la izquierda arrebatándole algunas de sus banderas y manteniendo un discurso diferenciado del de Madrid. El sector más españolista (liderado por el ex Presidente del Partido: Iosu Ion Imaz) considera que la estrategia más adecuada es aliarse con el Gobierno español para reforzar la política represiva contra la izquierda. Este sector es el que ha liderado la actuación que hemos definido en los párrafos anteriores y que ha merecido grandes elogios del Gobierno español. El otro, consideraba nociva para el partido la estrategia elegida: dejaba demasiado al descubierto el 'pragmatismo' (servilismo) del partido.

Esta segunda tendencia es la que ha prevalecido ya que la anterior provocaba rechazo incluso dentro del propio PNV. El hasta ahora presidente, máximo exponente del sometimiento a Madrid, se ha visto obligado a dimitir. Superado este lastre ¿asumirá el PNV la estrategia soberanista? La historia demuestra que no.

Euskal Herria, 17 de Septiembre de 2007.


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