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sábado, 6 de octubre de 2007

Intelectuales Vascos y Posguerra I

El ensayo del que aquí reproducimos la primera parte a sido publicado en la página Revistas Culturales:

Intelectuales vascos de la posguerra

por Teresa Echenique Elizondo
Cuadernos de Alzate nº 36, Primer semestre 2007


Intelectual y vasco en la posguerra


La delimitación del concepto de intelectual, seguido del adjetivo vasco y unido a la dificultad -menor- de dibujar contornos precisos al período denominado posguerra crea un contexto de brumosidad e incertidumbre. Renunciando a justificaciones preliminares y asumiendo la dosis de subjetividad que pueda haber en la elección de determinadas figuras de la posguerra relacionadas con el ámbito vasco, me aferro a las palabras que dedica Steiner a la tarea de reconstrucción del filólogo-historiador: "En ausencia de la interpretación...no habría cultura; sólo un silencio sin eco a nuestras espaldas" [ 1 ] . Con esta premisa se puede dar vida a esa parcela todavía cercana del pasado, sin olvidar que la reconstrucción se hace desde el presente y que toda reconstrucción es siempre parcial por lo que tiene de elección de determinados hechos, y eliminación de otros, por quien la lleva a cabo.

Hablar de "los intelectuales que han sido" en una etapa concreta de nuestro pasado, de su papel en la posguerra, no tanto de su compromiso o responsabilidad en aquel momento histórico, es tarea aún por hacer en su práctica totalidad, para algunos espacios geográficos vascos más que para otros (y seguramente su exposición se va a resentir de ello), por lo que se presenta aquí un conjunto de ideas que necesitan aún de cierto reposo y mucha reflexión. No es necesario compartir plenamente la afirmación de Norberto Bobbio según la cual quien habla de los intelectuales se convierte, al menos ocasionalmente, en intelectual [ 2 ] , para intentar soslayar la impronta subjetiva que ese cierto desdoblamiento transitorio de la personalidad provoca y que, en realidad, late al fondo de la afirmación de Ignacio Sotelo según la cual el concepto de intelectual es "equívoco donde los haya, cargado de las más distintas emociones" [ 3 ] . Las pautas que guían los contornos de la identidad de este discurso consigo mismo se circunscriben, en todo caso, a intelectuales vinculados a un legado intelectual y, más concretamente, a quienes han dejado una obra escrita, ya sea histórica, filológica o literaria (en sentido amplio); entre otras cosas porque sí concuerdo con Bobbio en considerar la actividad de escribir como una de las funciones principales del intelectual, uno de los motivos que suscita la atención sobre su origen y destino, sobre su vida, muerte y milagros, aunque no deja de ser cierto que, en una concepción razonablemente amplia de "intelectual", entran artistas, poetas, novelistas y, en definitiva, todos cuantos nos han dejado un legado escrito sobre su propia concepción del mundo y la realidad vivida. En el caso del intelectual vasco, se da, además, algún tipo de vínculo entre ese legado y la realidad vasca. Sea como fuere, todo cuanto sigue ha sido seleccionado por alguna razón de peso, además de estar muy meditado, lo parezca o no.

Claro que sobrecoge la afirmación de Carmen Baroja y Nessi: "Quien ha vivido entre artistas, hombres de letras, etcétera, sabe la poquísima cordialidad que reina entre ellos, y la falta absoluta de amistad. Es cosa rarísima encontrar dos buenos amigos literatos; el caso de Pío y Azorín es rarísimo. Generalmente, no se pueden resistir y en general no se estiman ni como escritores ni como personas" [ 4 ] . A este duro juicio conviene apostillar, en todo caso, que la propia Carmen Baroja, admirable mujer, más aún en la adversidad, tiene juicios implacables sobre personas de su propia familia Baroja (no digamos sobre las de otras), por lo que quizá haya que atribuir a sus palabras un alcance menos dramático del que parecen tener a primera vista.

Sobre posguerra

Decía otro Baroja, Pío en este caso, en un artículo publicado en La Nación de Buenos Aires: "Casi siempre sucede que al pasar una época y verla ya con una perspectiva lejana es cuando se le comienza a encontrar algún carácter" [ 5 ] ; es lo que va sucediendo al contemplar la posguerra desde la actualidad, denominación que, en sí, es como un magma informe, pues denota el tiempo posterior al de un desastre, la Guerra Civil , que, en palabras de mi maestro Rafael Lapesa, "cayó sobre toda España como un hachazo". Y si nos preguntamos por el final concreto de ese tiempo posterior, de esa "unidad temporal inteligible" [ 6 ] que se desestructura sin marcar contornos precisos en su denominación, veremos que, en general, se ajusta al período comprendido entre 1936-1975, si bien conforme se avanza hacia la década de los sesenta, y más aún los setenta, la propia noción de posguerra se va difuminando.

Dos años antes del desastre civil habían tenido lugar en suelo vasco ciertos signos de apertura a corrientes de vanguardia, como la publicación en Vitoria de la revista 5 Cinco , en cuyo segundo número Manuel Garaizabal reclamaba para el pensamiento "su derecho irrefutable a la paranoia" [ 7 ] , al tiempo que Jorge de Oteiza, Manuel Lekuona, Joseba Rezola celebraban reuniones buscando el modo de contribuir al renacimiento cultural de Euskadi; ciertos enfrentamientos más o menos amistosos entre Oteiza y Aitzol sobre el modo de tratar "lo vasco" adquieren en la distancia tintes trascendentes. También en 1934 Gu , asociación gastronómico-cultural, sirvió de plataforma a ilustres y muy diversos visitantes de paso por San Sebastián: Picasso, Giménez Caballero, Max Aub o García Lorca, la huella de alguno de los cuales resulta visible en poetas vascos.

Durante la contienda tienen cabida en el País Vasco determinados episodios ligados a nombres concretos. Es el caso de Aitzol , José de Ariztimuño (sacerdote, fusilado por los sublevados en 1936), amigo muy estrecho de José de Arteche, que terminaría haciendo la guerra en el bando nacional, y de José María Benegas Echeverría, que tendría que exiliarse. Inspirador de certámenes poéticos en euskera, en uno de los cuales se dio a conocer Gabriel Aresti, José de Ariztimuño buscaba, en su función de mentor de poetas jóvenes, explorar nuevos caminos en la poesía; así se creó en Guipúzcoa la Asociación cultural Euskaltzaleak , impulsora del Renacimiento Vasco o Euskal Pizkundea , movimiento paralelo a los vividos en otros puntos peninsulares, como el Rexurdimento gallego o a la Renaixença catalana . A Aitzol le unían también fuertes lazos con Esteban Urquiaga Lauaxeta , traductor de Lorca al euskera, fusilado a su vez en 1937, uno de los miembros del grupo bilbaíno Alea que, encabezado por José Miguel de Azaola, estaba formado entre otros por Pablo Bilbao Arístegui o Blas de Otero.

Poco después de la guerra, en mayo de 1939 (ya bajo el régimen de Franco), se celebraron en Vitoria y Bilbao sendas Exposiciones artísticas: una de arte sacro en el palacio de Villasuso de Vitoria, organizada por la Dirección General de Bellas Artes, cuyo Jefe Nacional era Eugenio D'Ors, y otra de pintura, escultura y arte decorativo en el bilbaíno hotel Carlton, edificio que había sido sede del Goberno de Euskadi desde octubre de 1936 hasta la caída de Bilbao en agosto de 1937, con el patrocinio del Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación de Vizcaya. Sentencia Pilar Muñoa, de donde proceden los datos: "El contenido y los lugares en que se celebraban ambas exposiciones no dejan lugar a dudas acerca de sus intenciones: se trataba de dar una lección y contestar los efectos del pabellón español de la República en la Exposición Universal de París de 1937" [ 8 ] .

En la posguerra, una vez consolidada la nueva situación, y con el fin de dar continuidad a logros anteriores a la contienda, José Miguel de Barandiarán convirtió la localidad vasco-francesa de Sara en un centro cultural parangonable al que se había formado en torno a Axular (escritor navarro del siglo XVII, autor de Guero , obra considerada modélica para la prosa vasca) e inició, en 1943, la segunda serie de Eusko-Folklore . Todo ello era continuación de su dedicación a tareas previas, alentadas por instituciones creadas a comienzos del siglo XX, como la Sociedad de Estudios Vascos o la Academia de la Lengua Vasca ; a partir de 1921, el laboratorio de Etnología y Eusko Folclore, así como el Centro de Investigaciones Históricas, nacidas en Vitoria bajo la dirección de Barandiarán, pasaron a ser instituciones sostenidas por la Sociedad de Estudios Vascos. La figura de José Miguel de Barandiarán es merecedora del respeto más absoluto, acrecentado aún más conforme se nos va alejando en el tiempo; quizá no sea del todo erróneo afirmar que su teoría sobre la formación prehistórica de la etnia vasca (inseparable, claro está, de la lengua) está en la base de Quosque tandem de Oteiza (1964) y de cierta teorización nacionalista, pero ello no le atribuye responsabilidad alguna, pues también Caro Baroja fue discípulo de Barandiarán y llegó a profesar un rigor histórico y etnográfico de enorme calado al hablar de la prehistoria de los vascos [ 9 ] .

Hacia la misma época, en 1945, salió en San Sebastián el Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País , fiel al ideario del conde de Xavier Mª de Munibe, conde de Peñaflorida, con el fin de retomar los "Extractos" que las Juntas de la Sociedad acostumbraban a publicar en el siglo XVIII [ 10 ] . José María Díaz de Mendívil, Julio de Urquijo y José María de Areilza eran, respectivamente, los presidentes de las Sedes de la Bascongada en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya en el año de 1944 al que corresponde el proyecto. No es casual que Julio de Urquijo impulsara a comienzos de siglo la ahora centenaria Revista Internacional de Estudios Vascos (RIEV) , que comenzó a publicar sus excelentes volúmenes en 1907. La RIEV es digna de ocupar un lugar de honor en la preguerra; en su primera etapa, comprendida entre 1907 y 1936, que alcanzó dimensiones colosales en su género, acogió en sus páginas de entonces escritos de Menéndez Pidal, Américo Castro, del propio Julio de Urquijo, George Lacombe, Hugo Schuchardt, Meyer-Lübke y un largo etcétera, junto a traducciones de Humboldt y otros que, siendo mejorables desde las exigencias actuales, cumplieron en su momento un papel de gran trascendencia.

Refiriéndose a la década de los cuarenta, Edorta Kortadi ha escrito: "Dentro del país...se va a plantear hacia 1940-45 un cambio de eje creativo. Hasta la guerra, la metrópoli coordinadora había sido Bilbao, ahora comenzará a serlo San Sebastián" [ 11 ] . La labor cultural de la Diputación de Guipúzcoa no fue ajena a ello; de hecho, escritores vascos de la posguerra, que habían encontrado refugio en Eusko-gogoa, revista fundada en Guatemala por Jokin Zaitegi en 1950 y dirigida por A. Ibiñagabeitia en el exilio, acabaron publicando en la fecunda Egan , vinculada a la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País y en cierto sentido tutelada por Euskaltzaindia-Academia de la Lengua Vasca.

Todo ello no puede desvincularse del despegue protagonizado por la prensa en el primer tercio del siglo XX como consecuencia de hechos económicos y sociales bien conocidos; los lectores (en menor medida, lectoras, incorporadas más tardíamente a los hábitos de la lectura) ampliaban su horizonte vital con la oportunidad que todo ello les brindaba [ 12 ] . Pensemos que los habitantes de Bilbao, que en 1875 se cifraban en 30.000, habían pasado en 1920 a engrosar la cifra de 101.500, y los de el área de la Ría, en su conjunto, de 65.000 en 1877 a más de 250.000 en 1920. Ya en 1930 el País Vasco y Madrid estaban por encima de la media de renta nacional (casi duplicada por Cataluña, por otra parte) y la situación cultural había progresado considerablemente respecto al siglo anterior; en 1930 el 20% de la población española era analfabeta, frente al 73% de 1860. Ahora bien, aunque hubiera descendido notablemente el analfabetismo y aunque el auge de la prensa en territorio vasco fuera grande en el primer tercio del siglo XX, a través de la prensa se puede comprobar que los años anteriores a la guerra siguen dibujando una sociedad regida por el sermón dominical y el mitin callejero. Conscientes de ello, ciertos sectores sociales y personalidades de relieve reclamaban la creación de una Universidad en el País Vasco, limitada a unos cuantos estudios incluso hasta después de la muerte de Franco; ya en 1930 se produjeron manifestaciones en favor de la autonomía universitaria en el país, que volvieron a registrarse más tarde con más o menos fuerza. Generaciones de médicos habían salido a cursar sus estudios a Salamanca, Valladolid, Zaragoza, Madrid, al extranjero en casos excepcionales, pues la Universidad privada, en la que se formaron algunos intelectuales vascos y que nutría al País de empresarios, carecía de ciertas titulaciones [ 13 ] .

Estoy plenamente de acuerdo con Jon Juaristi cuando afirma que, en los años cincuenta, en el País Vasco: "Bajo un régimen dictatorial de inspiración católica, la Iglesia tenía un poder omnímodo para organizar la vida cotidiana de la población" [ 14 ] . Seguramente vinculado a ello, el papel de las mujeres era siempre secundario; mujeres de considerable valía intelectual y gran actividad no ocuparon la posición social que, de haber sido hombres, les habría sido asignada en su momento; tal fue el caso, por poner un ejemplo, de la guipuzcoana Mª Dolores Agirre.

Antes he mencionado a Carmen Baroja y Nessi, nacida en Pamplona en 1883, que había cursado los estudios colegiales en Valencia y San Sebastián, y distribuyó luego su vida entre Vera y Madrid, donde murió en 1950. Sirva una pincelada para llenar el vacío de conocimientos que tenemos sobre esta figura que empezó a publicar en la revista literaria Mujer a partir de 1938 (revista de lecturas y moda dirigida por Roberto Martínez Baldrich y publicada en San Sebastián entre 1937-1949), firmando como Vera de Alzate . Escribió también varios textos que han caído en el olvido; su semblanza nos ha sido rescatada recientemente por Amparo Hurtado gracias a la edición de Memorias de una mujer de la generación del 98 [ 15 ] , de enorme fuerza y muy valiosas (¡también había mujeres escritoras en esa generación junto a gigantes como Unamuno, Maeztu, Zuloaga o el propio Pío!).

Por otra parte, y quizá como compensación a excesos cometidos en los comienzos de la posguerra y con el deseo de equilibrar la balanza de los hechos que relegaron el mundo vasco a una situación injusta (paralela, no se olvide, a las de otras áreas, geográficas o sociales según los casos, peninsulares), se había ido generando un sentimiento de reivindicación de "lo vasco" (entendiendo por tal la lengua vasca y la cultura ligada a ella) de forma que casi todo indicio de progresismo quedó vinculado en la posguerra al respeto y reivindicación de la lengua vasca y su cultura [ 16 ] . En este clima reaparece en 1956 Euskera , publicación de Euskaltazindia o Academia Vasca de la Lengua Vasca , fundada en 1918 en Oñate, entre cuyos cuatro fundadores volvemos a encontrar a Julio de Urquijo. El final de los años cincuenta y comienzos de los sesenta queda grabado en la historia por el nacimiento de ETA, que impregna de un tenor diferente y propio a la forma de concebir lo vasco o el problema vasco, tal como se ha prolongado hasta el día de hoy.

NOTAS

[ 1 ] George Steiner, Después de Babel , México, Fondo de Cultura Económica, 1995, pág. 52.

[ 2 ] Norberto Bobbio, "La duda y la elección", en Los intelectuales y el poder , Madrid, Paidós, 1992, pág. 52.

[ 3 ] En su sugerente libro A vueltas con España , Madrid, Gadir, 2006, pág. 339.

[ 4 ] Carmen Baroja y Nessi, Memorias de una mujer de la generación del 98 (ed. de Amparo Hurtado), Barcelona, Tusquets, pág. 13.

[ 5 ] Pío Baroja, "El final de una sociedad aristocrática", en Desde el exilio (Los artículos inéditos publicados en La Nación de Buenos Aires, 1963-1943) (edición, prólogo y notas de M. A. García de Juan), Madrid, Caro Raggio, 1999, pág. 89.

[ 6 ] Como recuerda Ignacio Sotelo, obra citada , pág. 3, al hablar de la periodización de la Historia.

[ 7 ] Apud Pilar Muñoa, Oteiza. La vida como experimento, Alberdania, Irún, 2006, pág. 51.

[ 8 ] Obra citada, pág. 85.

[ 9 ] Sirva como muestra la siguiente cita: "No es posible explicarse los caracteres actuales del pueblo vasco, ni los que tenía en el período inmediatamente anterior al nuestro, por un fantasmagórico "espíritu tradicional", que nos retrotraería a una edad "originaria", según pretendían no sólo algunos escritores románticos, como Chaho, sino también ciertos investigadores más severos, influidos por la doctrina inglesa de los "survivals" o "supervivencias"( Los vascos, Madrid, Istmo, 1971, 378-379).

[ 10 ] Los Amigos, con José Mª Urkia al frente, conmemoraron en 2005 los 60 años de publicación del Boletín con un Acto Institucional de la Bascongada.

[ 11 ] Edorta Kortadi, "La escuela vasca de pintura", en Arte Vasco , San Sebastián, Erein, 1982, pág. 192.

[ 12 ] Mª Teresa Echenique, "Las lenguas de Bilbao en la prensa local del siglo XX", en Bilbao. El espacio lingüístico. Simposio 700 Aniversario , Bilbao, Universidad de Deusto, 2002, págs. 79.102.

[ 13 ] En época de Franco, una beca de estudios vinculada a un buen expediente permitía costear los estudios universitarios incluso en una ciudad distinta a la de residencia familiar.

[ 14 ] En Cambio de destino. Memorias , Barcelona, Seix Barral, pág. 71

[ 15 ] Citado en la nota 4.

[ 16 ] José Ramón Recalde ha ofrecido una visión vivida en primera persona en Fe de vida , Barcelona, Tusquets, 2004.

Mañana les presentaremos la segunda parte.

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