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lunes, 7 de abril de 2008

Esclavitud

En la página de EuskoSare han publicado este ensayo acerca de la esclavitud dentro del andar histórico del pueblo vasco.

Aquí lo tienen:

La esclavitud y los vascos

La esclavitud es una institución presente en los vascos a lo largo de su historia en los dos extremos y nos referiremos a la Era Moderna especí­ficamente, dejando la época en que los vascos se integraron al Imperio Romano donde existía la esclavitud y la Edad Media donde la dinámica de la guerras con el godo primero y el musulmán después, incubaron el concepto de los cautivos reducidos a la esclavitud y su redención.

Los extremos de una realidad

El Renacimiento fue consecuencia en parte de la conquista de Constantinopla en 1453, ya que los intelectuales griegos bizantinos llegaron en grupos nutridos a Italia y por ende se redescubre la Antigüedad con esa capacidad de reflexión que genera el progreso.

Precisamente la Edad Moderna traía al turco y a la esclavitud. Esta situación impacta en los vascos así como en toda la comunidad europea.

Los vascos como esclavos

Como ejemplo tomemos el de doce vascos de Bidart, Ciboure y Hendaya, que yendo de Cádiz a Donostia fueron capturados y vendidos como esclavos en Tetuán (actual Marruecos). Uno de ellos, Juanes de Ezail, fue liberado para conseguir el rescate de 10.000 onzas de oro ó 40.000 reales. Se presentó ante el contador del rey Felipe II de España en junio de 1591, y obtuvo el favor real de importar de Inglaterra 300 quintales de cera libre de impuestos para que con el producido pudiese rescatar a sus compañeros de infortunio. Habría quien pudiera aquí suponer una diferenciación semántica y es que se trataba de cautivos que esp­raban la redención mediante un pago, pero en varios casos el rescate no llegaba y la vida de esclavo continuaba hasta la muerte del desafortunado.

Otra posibilidad que tenían los vascos era quedar esclavos del rey de Francia cuando se enfrentaba con el rey de España. Fue éste el caso de un vecino de Elgoibar, Domingo de Guelasoro, que fue apresado y servía en las galeras de Francia como remero esclavo. Era pobre y sus padres no contaban con los recursos para rescatarlo. Un vecino de la ciudad, Juan de Ibarra, compró con 40 ducados un negro esclavo y lo intercambió por el vasco. Lograda su liberación, Domingo se enganchó en las galeras de Carlos V.

Toda la sociedad vasca estaba sensibilizada para rescatar a sus miembros de la esclavitud después de siglos de sufrir estos infortunios, primero con los musulmanes en España y luego con los turcos en África. Por eso toda la sociedad española llevó la guerra contra el turco y aun Miguel de Cervantes y Saavedra sufrió el cautiverio en el norte de África.

Además de los auxilios circunstanciales, los millonarios vascos creaban fundaciones para rescatar a los esclavos vascos de las garras del turco. Es el caso del indiano oñatiarra Juan Ibáñez de Hernani que estableció con sus bienes una fundación cuyas rentas se empleaban para el rescate de los esclavos vascos. Dijimos indiano porque se había hecho rico en América, y oñatiarra porque había nacido en Oñate, Oñati en idioma vasco. Al frente de la fundación quedaba un patrono, por lo general descendiente del benefactor. Por ejemplo en 1640 la fundación rescató con 100 ducados a Martín de Berrotaran de Hondarribia (Fuenterrabía en Catellano) de los moros del norte de África, suma que entregó el patrono Juan Bautista de Hernani, descendiente del fundador de la fundación un siglo antes. La renta anual de los bienes de la fundación eran 300 ducados, se podría imaginar que ello no alcanzaría para mucho pero hay que tener en cuenta la totalidad de las finanzas de fondo.

Un tema urticante era el hecho de que algunas fundaciones desviaban los fondos de sus objetivos y las Juntas que velaban por el bien común protestaban la actitud de los patronos. La junta reunida en la localidad de Deva en 1570 se quejaba de estos desvíos de dos fundaciones de la ciudad de Oñate, la ya mencionada de Hernani y la del obispo de Ávila. Tengamos en cuenta que, sin embargo la fundación de Hernani subsistió a lo largo de un período de más de un siglo y fue una de las de mayor prestigio en su cometido.

El sistema de fundaciones era el siguiente: adelantaban el dinero para el rescate pero era obligación del beneficiado devolver en la medida de sus posibilidades la suma prestada. A veces no se lograba la restitución de la totalidad de la suma. Por ello la fundación Hernani a lo largo de un siglo y con la restitución de, por ejemplo, un cincuenta por ciento de las sumas podía rescatar a más de un centenar de cautivos por año.

Los marinos vascos Domingo de Astigarribia y Juanes de Asin, de la localidad de Motrico, fueron rescatados por una combinación de sumas aportadas por tres fundaciones: la del capitán Lucas de Urquiaga, de Motrico, y las de Juan de Ustariz y Juan de Yria, administradas estas dos últimas por los frailes franciscanos de Sevilla. Además de la fundaciones particulares estaban las eclesiales, como la de los frailes del convento de Castilla de Burceña que se encargaban de colectas para el rescate de esclavos vascos del norte de África. También estos frailes fueron imputados de no emplear las colectas para el rescate de los vascos. Los trinitarios también se ocuparon de esta actividad.

Los vascos como tratantes

La otra cara de la moneda es la actividad de los vascos como tratantes referidos mayormente al marco de Europa. Los vascos eran comerciantes de relevancia en el siglo XVI. Juan Antón de Astigarribia, de la localidad de Motrico, tenía múltiples actividades que abarcaban los puertos de Flandes, Cádiz, Mesina y Cagliari en Italia, puntos en Grecia y el norte de África. Además de las mercaderías generales como el hierro de Vizcaya, en una ocasión compró 10 esclavos africanos en el puerto de Lagos, situado en el extremo sur de Portugal. Más tarde en 1522 Astigarribia vendió 6 esclavas al vasco Francisco de Jaca, que a su vez las vendió en Mesina, Italia.

La familia Urrutia de Bizkaia en 1523 participaba en la trata de negros que estaba liderada por la gran potencia esclavista que era Portugal. Este país triangulaba entre el golfo de Guinea, Lisboa y las Indias.

Hay indicios de la trata de negros de Juan de Zabalairala, o simplemente Zabala, de la localidad de Antzuola, Guipúzcoa. También Juanes de Aristoy, de la localidad de Ciboure, Lapurdi, apodado Amaecabeaz Concededos vendió un negro a Juan de Zabala, ya mencionado, en 1600. Los esclavos negros existentes en Inglaterra y Francia eran provenientes de los actos piráticos de asalto a las naves de Portugal y Castilla.

La esclavitud en tierra vasca

Yendo más al meollo de la cuestión incursionaremos en la actitud de la sociedad vasca frente a la esclavitud dentro de sus fronteras, en tierras de las provincias vascongadas, Navarra e Iparralde. Partamos del hecho de que en los vascos no se consideraba una institución aceptable, si bien en la antigüedad el pueblo vasco estuvo comprendido en una nación esclavista y sus ciudades y establecimientos agrarios tendrían esclavos, no era una institución legal que gozara de popularidad.

En Donostia, en 1617, el alcalde Joanes de Aramburu arrestó al portugués Esteban de Acosta por introducir once negros esclavos. Esto a primera vista podría ser compatible con el sentir vasco, sin embargo lo que sucedió después nos da la pauta de la aceptación del hecho de la esclavitud. Los esclavos fueron puestos en prisión hasta tanto se decidiera su destino. Uno de ellos, un joven llamado Antonio, enfermó. Se le envió un médico para que lo asistiera, aunque no se pudo evitar el desenlace fatal. Otra negra tuvo trabajo de parto, para lo cual enviaron a una partera vasca que durante cuatro días asistió a la madre y a la criatura. El alumbramiento fue difícil, con peligro de muerte para la madre y la criatura. Sin embargo se decidió la pública subasta de los once negros y las familias donostiarras de Guayangues, Errazquin, Ayerza, Burboa y otras compraron las ocho mujeres con su hija y los dos varones del lote.

Téngase en cuenta que los vascos habían obtenido de los monarcas españoles la nobleza colectiva a través de la institución de la vizcainía debido a la no presencia de razas extrañas dentro de las fronteras vascas (judíos, musulmanes, agotes) y por este acto estaban legalizando la presencia de negros dentro de la ciudad de Donostia.

En España y en tierra vasca se desarrolló el concepto de esclavos habidos en buena guerra. Se justificaba únicamente esclavos que provenían de guerras y no de capturas rufianescas para lucrar. En ese concepto el turco capturado podía ser esclavizado en las galeras cristianas.

Hay testimonios de dos esclavos llamados Juanes y Catalina. Se descubrió la presencia de ellos en el País Vasco y se quiso determinar si eran o no esclavos. Catalina manifestó que había nacido en Santo Tomé, isla portuguesa en el golfo de Guinea, que era un centro portugués de la esclavitud desde que en 1453 lo descubriera y lo dedicara a la trata. Sin embargo dijo que era libre y que iba en un viaje a Portugal en el momento que la nave fue apresada por corsarios franceses que se apoderaron de la nave y del cargamento. A partir de entonces fue destinada durante cuatro años a un caballero de Francia y luego, por muerte de su señor, fue a servir a Andrés Ruiz que la enviaba a servir a sus hermanos en España. La versión de Juanes era que había viajado en la misma nave de Catalina y luego había servido al corsario frances hasta que llegó a manos de Andrés Ruiz, comerciante de Nantes, capital de la Bretaña francesa, y fue enviado a España a servir a los hermanos de Andrés Ruiz, sin saber él en calidad de qué lo hacía, si como criado o como esclavo. Juanes había nacido en África y fue llevado a Santo Tomé y una vez capturado sirvió a su amo francés en varias expediciones a África y no sabía indicar dónde quedaban esos lugares. Un testigo francés indicó que ambos habían sido comprados como esclavos por Andrés Ruiz y que como tales eran enviados a Vitores y Simón Ruiz de la ciudad de Valladolid.

En el siglo XVI Sevilla fue un centro de trata y allí varios vascos participaban de ella, entre ellos Sebastián de Lesao y Martín de Isasi de la localidad de Eibar. Antonio de Isasi, hermano de este último, en su testamento pide que se trate bien a su esclavo Jerónimo que lo había conseguido por su hermano para servir a su señora. Este hecho muestra que en el País Vasco los esclavos eran considerados como criados y que el trato era humanitario. Esto se repite en varios vascos propietarios que después de un cierto año de servicio manumiten a sus esclavos.

Era diferente el caso de los vascos en América. Por ejemplo Pedro Juan de Zulueta, que fue el gran esclavista que fomentó la plantación de la caña de azúcar en la isla de Cuba y cimentó su industrialización, cuando Cuba formaba parte de España en el siglo XIX. También se puede citar a Juan de Uribe, del valle de Leintz, que hizo fortuna en Venezuela, en el Río de la Hacha, donde empleó a esclavos negros en la pesquería de perlas.

En tierra vasca el número de esclavos fue poco significativo. Se detectaron esclavos en las capitales y las ciudades de Deva, Zumaya, Lequeitio, Motrico, Soraluce-Plasencia, Elgoibar,

Oñate, Marquina, Arechavaleta, Arrasate-Mondragón, Urrecho, Cestoa, Eibar, Segura y Hernani. También hay noticias en ciudades menores como Anoeta (cerca de Tolosa en Gipuzkoa), Albistur, Berasategui, y Mendaro.

Uno de los focos del tráfico de esclavos eran los funcionarios reales. Había varios en Gipuzkoa por el caracter fronterizo de esta provincia. Estando Francia a un tiro de piedra se concentró en Lapurdi un número de esclavos negros para ser contrabandeados a España, principalmente cuando toda la tierra al norte de los Pirineos fue abandonada por España en 1530. La Navarra del norte fue reasumida por sus reyes legales, los primos del rey de España Carlos 1 (Carlos V de Alemania). En esas circunstancias los vascos introducían subrepticiamente esclavos para satisfacer a los funcionarios españoles.

En 1593 el capitán general Juan Velasco de Gipuzkoa vendió un esclavo a un hombre de la corte de Madrid, que a su vez había comprado a través del sistema antes descripto. Eso mismo lo atestigua un anterior capitán general, Hernando Hurtado de Mendoza, que adquirió a Miguel de Heraso un esclavo negro nacido en la isla portuguesa de Santo Tomé. Heraso era uno de esos introductores subrepticios.

Las marcas de la esclavitud

Si bien dentro de la sociedad vasca la esclavitud era benigna, no se libraban los esclavos de portar las marcas características de su condición social.

Dichas marcas se aplicaban con hierros candentes en diversas partes del cuerpo pero principalmente en el rostro y en especial en las mejillas y en la frente.

El esclavo del capitán general Velasco, Diego, llevaba en una mejilla la letra ese y en la otra la letra i. Eran las iniciales de sine iure, expresión latina que significaba sin derecho.

El esclavo Mateo, huido de Lequeitia y apresado en lrún, también llevaba las marcas en las mejillas de su condición.

Había otras señales: un esclavo del vasco de Iparralde Fagearz llevaba tres rayas en las mejillas y la frente, o el esclavo indio Gonzalo, del vasco de Bilbao Ochoa de Larrinaga, llevaba una cruz en el carrillo derecho y otras marcas y horadaciones (lóbulos de las orejas, bezo bajero). Cuando los esclavos huían de sus amos vascos intentaban el pase de la frontera a Francia para no ser recapturados.

Conclusiones

Es interesante comprobar que aun sociedades igualitarias como la vasca adoptan instituciones que son comunes a la época, por sobre los valores permanentes.

Tantos los vascos de Europa como los americanos, africanos y asiáticos tuvieron un grado de involucramiento en la trata; sin embargo, la esclavitud fue un hecho muy pequeño que no dejó huellas en el actual pueblo vasco.

Los Vascos Euskaldunak, publicación de La Fundación Vasco Argentina Juan de Garay, N° 28, 2004, Buenos Aires, pp. 17-23."

El escrito me parece muy bueno, equilibrado y esclarecedor, lo que resulta un poco chocante es la utilización de las versiones castellana y francesa de los nombres de las ciudades vascas, de hecho resulta bastante irónico en un texto acerca de la esclavitud.

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