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miércoles, 12 de noviembre de 2008

Herri Kirolak

Este texto ha sido publicado en Café Babel:

El deporte vasco: del campo a sus propios Juegos Olímpicos

ANÁLISIS

Por Aspe-Montoya Isabel , Vitoria/Gasteiz

Una rica tradición deportiva única, casi tanto como su lengua, enriquece la cultura vasca. Entre el pasado y el futuro, el nacionalismo y la globalización, estos deportes parecen tener asegurada su supervivencia. Una mirada irónica de sí mismos, a través del deporte, hecho por una vasca

Hace unos meses, el lingüista George Steiner declaró sobre el vasco “ese idioma tan misterioso es muy raro, muy poderoso. Quizá por eso a alguna de esa gente le resulta tan imposible aceptar el mundo exterior”. Steiner y su lenguaje provocador desataron las iras de los hablantes de las lenguas minoritarias de España al afirmar que “las lenguas ‘raras’ generan hablantes y poblaciones obtusas, raras y sin arreglo”. La verdad es que en una época de uniformización, homogeneización ficticia y asimilación ¡vivan los raros sin arreglo! Pero viva sobre todo, el respeto a la diversidad lingüística y cultural europea –sin olvidar el deporte-, aunque produzca europeos obtusos.

¿Somos de verdad tan raros?

G. Steiner nos dedicó todos esos piropos sin conocer el deporte rural vasco llamado en euskera herri kirolak (deportes populares), que se caracterizan por la fuerza, destreza y habilidad necesarias en todas sus modalidades. Su origen se encuentra en la mayoría de los casos en los trabajos desarrollados en el medio rural, siendo quizá los más conocidos los aizkolaris o cortadores de troncos, los harrijosatzailes o levantadores de piedras, las idi-probak o arrastre de piedras por bueyes y los segalariak o segadores. Existen otros más extendidos a nivel internacional, como la soka tira, tirar de la cuerda por equipos enfrentados, deporte que cuenta incluso con federación internacional y que participó en la primera olimpiada moderna.

Los herri kirolak han despertado siempre una sonrisita maliciosa y han ofrecido una imagen de los vascos como un poco brutos, todo hay que decirlo. Pero seamos positivos. Convertir el trabajo rural en una forma de deporte no solo es muestra del carácter trabajador y laborioso de los vascos, sino de su espíritu práctico. ¿Cómo compaginar deporte y trabajo sin patrocinadores que te mantengan? Es imposible. Añadamos a ello las dificultades para hacer deporte en épocas donde ni siquiera existía el concepto del ocio, considerado entonces mera vagancia. Entonces, si hay que trabajar, mejor entrenarse uno mismo en las horas de trabajo para luego lucirse en las romerías y fiestas del pueblo. Y es que los herri kirolak son en la mayoría de las casos cosa de hombres, que por algo presumimos los vascos, y en especial las vascas, de ser casi un matriarcado. Les engañábamos diciendo que es un deporte y nos dejaban el prado segado todos los domingos. Un chollo, vamos.

La pelota, el más internacional

Pero sin duda alguna, el deporte vasco más vistoso, internacional y que más entusiasmo despierta, es la pelota (vasca, claro), que se ha exhibido en varias olimpiadas y cuenta con una Federación mundialmente conocida. Su origen se remonta a tiempos inmemoriales y existen leyendas de personajes mitológicos jugando con pelotas de piedra. En todos los pueblos vascos, por pequeños que sean, hay un frontón para la práctica de este deporte. Existen varias especialidades: pelota a mano, lanzando la pelota directamente a la pared con la mano, mencionada en varias crónicas medievales; la pala, aquí ya se utiliza la bendita pala, generalmente de madera, para lanzar la pelota a la pared, lo que evita un gran sufrimiento, y la espectacular cesta punta, en la que la pelota se recoge por un guante terminado en una cesta para luego lanzarla a con gran fuerza y velocidad contra la pared. Esta última modalidad se practica también en Francia, Méjico, Filipinas y EE UU, existiendo en Miami una gran afición y varios frontones que se suelen llamar jai alai (juego alegre).

Las traineras, emoción sobre las olas

El País Vasco es pequeño y sus habitantes han sido siempre excelentes marineros, de lo que da fe numerosos hechos históricos como la primera vuelta al mundo de Juan Sebastián Elcano o la llegada a Terranova de marinos vascos desde 1540. Las estropadak o traineras son embarcaciones a remos utilizadas para la pesca, que posteriormente evolucionaron hacia su vertiente deportiva. Si bien en su origen la participación en las regatas se limitaba a los pescadores, actualmente este deporte se ha profesionalizado. La competición más importante y más antigua es la Bandera de la Concha, que comenzó en 1879. Las regatas cuentan con una gran afición no solo en el País Vasco, sino en toda la costa cantábrica.

En conclusión podemos decir que durante siglos los vascos hemos convertido el trabajo en deporte y en el siglo XXI hacemos justo lo contrario: el deporte pasa a ser un trabajo. Es la rueda que siempre gira, y que nunca podemos saber hacia dónde. Un seguro para todos estos deportes es la iniciativa del Gobierno Vasco para organizar unas olimpiadas de Herri Kirolak. Decía el poeta colombiano Gabriel García Márquez que el coronel no tiene quien le escriba, ni nosotras las vascas quien nos siegue ahora la hierba, ya que los chicos modernos prefieren dedicarse al fútbol, ski, baloncesto o al más chic golf. Pero poco importa, tampoco tenemos jardín. Efectos de la crisis inmobiliaria.

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