Un blog desde la diáspora y para la diáspora

domingo, 5 de abril de 2009

En Memoria del Aita Tillous

Por medio del blog titulado "A Topa Tolondro" nos hemos enterado del fallecimiento del Aita Tillous. Tuvimos la oportunidad de conocerlo en San Francisco durante los festejos de aniversario de la Gure Etxea pocos días antes del secuestro del diario Euskaldunon Egunkaria. Después coincidimos con el durante una convención de NABO en Bakersfield y en el 2005 en el Jaialdi de Boise.

Esto es lo que nos dice Ander Izaguirre, autor del blog en cuestión, acerca del Aita Tillous:

Muere el cura vasco del Far West


Ha muerto Martxel Tillous, el sacerdote que conducía cien mil kilómetros anuales por el Oeste de Estados Unidos, desde California hasta Montana, desde Oregón hasta Nuevo México, para oficiar misas en euskera allí donde se lo pedían.

Lo conocimos en la Euskal Etxea de San Francisco. Iba a celebrar una misa para los pastores vasco-californianos jubilados, que ese día recibían un homenaje, después pensaba ponerse al volante para conducir hasta Las Vegas, donde debía dar otra misa en la fiesta anual de la Nabo (North American Basque Organization), y luego regresar. Planeaba conducir 1.800 kilómetros en dos días. Y nos contó que al regresar a casa podía tener un mensaje en el contestador con alguna petición para celebrar un bautizo o un funeral en cualquiera de los once estados por los que se desparramaba su parroquia: California, Nevada, Oregón, Washington, Idaho, Utah, Arizona, Montana, Wyoming, Colorado y Nuevo México.

Con semejante trote ya había machacado dos furgonetas y conducía la tercera, en cuya matrícula lucía el nombre "Pottoka".

Tillous, natural de Zuberoa, fue misionero durante 26 años en Costa de Marfil. Después se trasladó a París, donde ejerció de capellan en la Euskal Etxea de la capital francesa. Y en 1993 lo enviaron a California, donde el obispado de Bayona destina siempre un sacerdote para atender a la comunidad vasca. Allí editaba Lokarria, Basque-American Catholic Newsletter, un boletín en inglés y euskera que enviaba a veinte mil familias vascas del Oeste.

Vivía en un cuartito de la Casa Vasca de San Francisco, apenas seis metros cuadrados, y se duchaba en los vestuarios del frontón.

Continúa...

Hay un párrafo que queremos rescatar:

-Una vez me llamaron unos vascos de Montana. Habían leído en el diario de su ciudad que un homeless apellidado Etcheverry había muerto en la calle. Nadie conocía al vagabundo, pero se hicieron cargo de él y querían que yo oficiara el funeral y el entierro. Pensé que nos juntaríamos cinco o seis personas pero cuando llegué la iglesia estaba atestada de familias vascas.


Este párrafo nos remite a la razón del éxito detrás de la consolidación de la comunidad vasca en los EUA, no importa quién eres ni de donde vienes, si tienes apellido vasco, eres vasco, punto.

Algo así nunca sucedería en México por ejemplo, donde la diáspora vasca aglutinada en diferentes grupos demanda un pedigrí de ocho apellidos y un fenotipo específico para que seas considerado vasco. Al extremo que nacidos en Euskal Herria que se oponen abiertamente a la autodeterminación del pueblo vasco se atreven a decirle que no son vascos a miembros de la diáspora en México que trabajan para abrir espacios donde se exprese este derecho. Así están las cosas.

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