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domingo, 1 de noviembre de 2009

Entrevista a Rufi Etxeberria

Esta entrevista ha sido publicada en Gara:

«Es tiempo de recoger el fruto de largos años de lucha y no para dejarlo perder»


«El camino para el cambio de marco debe basarse en lo que exprese el pueblo, sin violencias ni injerencias» Rufi Etxeberria

Rufi Etxeberria (Oiartzun, 1959) es un referente en la izquierda abertzale. No en vano ha sido protagonista o testigo de su trayectoria política en los últimos treinta años. Tuvo un importante papel en los prolegómenos del Acuerdo de Lizarra-Garazi con el impulso del Foro de Irlanda antes del primer encarcelamiento masivo de la Mesa Nacional de Herri Batasuna en 1997, ha sido uno de los interlocutores en el último proceso negociador 2005-2007 y acaba de ser detenido por el juez Garzón.

Iñaki IRIONDO

Rufi Etxeberria salió de prisión el pasado 7 de setiembre y el 13 de octubre volvió a ser detenido junto a, entre otros, Arnaldo Otegi, Rafa Díez Usabiaga, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y Arkaitz Rodríguez, que en la actualidad permanecen encarcelados.

¿Cómo interpreta esa redada?

La operación se produce cuando se está a las puertas de lo que podríamos denominar como el momento culminante anunciado por la izquierda abertzale para trasladar una oferta política que tiene el objetivo de abrir un nuevo ciclo político en nuestro país. La redada y el auto de Garzón pretenden criminalizar una iniciativa que temen que tenga un amplio respaldo sociopolítico que vaya más allá de la propia izquierda abertzale. Golpea a la izquierda abertzale, pero además intenta segar la hierba bajo los pies del espacio soberanista-independentista, para que caiga en el desánimo, la impotencia o la resignación. Por ello, la respuesta de todos debe ser plantar cara a quien quiere que nos resignemos a seguir como hasta ahora y trabajar con más ahínco, si cabe, para la consecución de un escenario democrático para Euskal Herria.

¿Inscribe ahí la gran manifestación de Donostia?

Había expectación por la iniciativa que presentara la izquierda abertzale porque se intuía que llegaba una propuesta nueva con una disposición de articular una estrategia en común entre los independentistas y soberanistas que aspiran a un cambio político y social. Por eso mucha gente interpretó la redada como un sabotaje a esa apuesta y un intento de criminalizar toda acción política que pueda alterar el statu quo. La manifestación fue una muestra de rechazo a la redada, pero esa marea humana fue también la punta del iceberg de las ansias de cambio que hay en la sociedad vasca, del deseo de superar la actual situación de bloqueo y de degradación de los derechos civiles y políticos y abrir un marco realmente democrático.

¿Qué valoración hace la izquierda abertzale de la movilización y cómo cree que fue interpretada por el resto de agentes?

En primer lugar me gustaría destacar la clarividencia de la mayoría sindical vasca para hacer una lectura precisa del golpe que se pretendía dar con la redada, como quedó claramente reflejado en el comunicado conjunto leído al final de la manifestación, y la valentía y decisión de tomar el timón en un momento tan delicado. Además, entendemos que la manifestación es la viva representación de un espacio social que quiere constituirse como locomotora de arrastre para las gentes dispuestas a recorrer un nuevo camino, y no cualquier camino, sino aquel que lleve al cambio político. Las calles de Donostia fueron la viva imagen de un espacio social plural dispuesto a aunar fuerzas, consciente de que una política común de largo alcance puede y debe ser parte de la estrategia eficaz que nos conduzca al cambio.

¿Y a partir de ahora?

Buena parte de los representantes de los diferentes agentes políticos, sindicales y sociales que participaron en la movilización situaron su presencia en parámetros que van más allá de una respuesta puntual, lo que en sí supone un paso en la dirección correcta. Esperemos que vayan hacia la adopción de nuevos compromisos para nuevas dinámicas, que es lo que demanda la parte social de nuestro país que espera una acción política a la altura del momento tan crucial que atraviesa el pueblo vasco.

Se ha hablado mucho de la presencia del PNV...

Será su actuación de futuro la que explique qué le llevó a participar. De todas formas, no hace falta discurrir mucho para entender que estuvo en la movilización porque también intuye el nuevo tiempo político que se avecina, y estando como está inmerso en una travesía del desierto con una fuerte crisis interna y con gran debilidad política -porque no tiene más oferta que el parcheo de un instrumento autonómico desgastado y sin futuro-, prefirió participar en la movilización a quedar en evidencia colocándose ante los ojos de su propia base social en la acera del PSOE y del PP. Parece ser que el PNV también ha leído la trascendencia política de la apuesta de la izquierda abertzale y el fondo de la redada del PSOE. En su mano queda seguir esperando las directrices de Rubalcaba o tomar la vía en pro de un marco democrático que también reclama la mayoría de su base social.

Al quedar en libertad usted reclamó a todos los agentes una nueva práctica política. ¿En qué debería sustentarse?

La izquierda abertzale parte de la constatación de que la ciudadanía vasca no quiere que se perpetúe el conflicto y que existe una demanda generalizada de una acción política que posibilite su superación. Para ello consideramos fundamental aunar esfuerzos de todos aquellos que desean realmente llevar a este país a un escenario verdaderamente democrático, y muy especialmente de los independentistas-soberanistas. La nueva práctica debería partir del compromiso de cada agente político, sindical o social para ser partícipe de una dinámica cuyo presupuesto básico sería el acuerdo sobre los principios y contenidos de un proceso basado en el diálogo, la negociación y el acuerdo político.

¿Lo ven factible?

Asistimos con cierta preocupación a la repetición de los sonsonetes de viejas recetas basadas en exigencias y en un escaso desarrollo de compromisos propios que se han dejado oír en las últimas fechas.

En cualquier caso, empezando por casa, como en esta nueva práctica política también debe incluirse la izquierda abertzale, nuestra actitud no va a ser hablar y hablar sin concretar, ni la de reclamar a otros sin adoptar compromisos propios. Trabajaremos desde la humildad de saber que somos una parte de un grueso ciudadano y de una representación política, sindical y social que al igual que la izquierda abertzale desean un marco democrático para Euskal Herria.

¿Y cuál es la estrategia del Gobierno español?

La redada del día 13 responde a la estrategia del nacionalismo español, comandado por PSOE y PP, de buscar la derrota del independentismo vasco, porque saben que si Euskal Herria tuviera el derecho de autodeterminación en su mano, más pronto que tarde optaría por la independencia. Y si reconocieran el derecho a Euskal Herria, deberían reconocérselo a otros sujetos políticos y surgirían más estados. Y eso es lo que quieren impedir a toda costa. El nacionalismo español hoy por hoy es antidemocrático para Euskal Herria y no duda en utilizar cualquier medio para seguir imponiendo su política de Estado. La alianza estratégica de UPN-PSN y PSE-PP no es más que una expresión de dicha estrategia. Los promotores de la redada quieren evitar cualquier cambio que supere su diseño de reforma estatutaria, que no es más que cosmética política para que en el fondo todo siga igual.

¿Cómo cree que habrá sido recibida esta redada entre los observadores internacionales?

No hay duda que fundaciones, asociaciones, mediadores u observadores que intervienen en procesos que tienen por finalidad la superación de conflictos de diversa índole han visto de cerca innumerables casos de conculcación de derechos, pero pocos casos como los que se dan en un Estado que presume de demócrata como el español. En el concierto internacional no es digerible que se encarcele a militantes de organizaciones políticas por el hecho de ejercer una actividad protegida en declaraciones de derechos humanos, civiles y políticos universales. Otra cuestión es que aun reconociendo tamaña barbaridad se alcen voces de protesta.

En cuanto a los mediadores y observadores que intervinieron en el proceso negociador que abarcó los años 2005 a 2007, tienen un conocimiento al detalle de la realidad que se vive en Euskal Herria, porque la siguen muy de cerca, y cómo no, tendrán su propia visión sobre un hecho como la redada del día 13, que a buen seguro les generará mucha preocupación.

Lo dice con mucha seguridad...

Es que hay que remarcar que la Unidad Popular les trasladó el documento y expuso los presupuestos políticos que contiene el mismo, al tiempo que trasladó su voluntad por impulsar la apertura de un nuevo ciclo político en Euskal Herria con la resolución del conflicto político de fondo. Asimismo, la Unidad Popular transmitió su disposición a considerar posibles demandas que el equipo de mediadores y observadores pudie- ran hacer para favorecer la construcción de condiciones en el camino a un proceso de diálogo y negociación.

¿Puede explicarse más?

Esta actitud es consecuencia del compromiso adquirido por Batasuna con el equipo de mediadores y observadores en la cumbre negociadora que con forma- to de doble mesa se celebró en mayo de 2007 en Ginebra. En dicha cumbre el equipo de mediadores y observadores elaboró y trasladó a los representantes de Batasuna y del PSOE, que eran parte de la mesa de negociación política, una nueva base sobre la que articular un posible acuerdo político. Batasuna aceptó el planteamiento del equipo y retiró su propio documento. El PSOE no hizo lo mismo, con lo que la posibilidad del acuerdo no pudo prosperar. Batasuna mostró al PSOE su disposición a retomar la negociación sobre las bases del equipo de mediadores y observadores. Y a éstos les hizo depositarios de una propuesta que a futuro podría servir para articular el acuerdo político que en la mesa de Ginebra no se pudo alcanzar.

¿Cuál será la respuesta de la izquierda abertzale a este golpe del Estado?

La que hicieron pública los compañeros y compañeras de Batasuna en la rueda de prensa de Baiona el día siguiente a las detenciones: la iniciativa política de la izquierda abertzale no se va a detener en ningún caso. Ni el Estado español ni ningún otro agente harán cambiar la línea decidida por la Unidad Popular y por nadie más. Como se ha hecho otras veces, se sabrá actuar con responsabilidad y en ningún caso se dará la espalda a la demanda social mayoritaria para abrir un nuevo ciclo que nos conduzca a un marco democrático.

¿La propuesta que Batasuna ha puesto a debate entre sus bases sirve para dar contenido político a este contexto o va más allá?

La izquierda abertzale parte de la base de que en nuestro país se dan las condiciones suficientes para abordar un cambio de ciclo político. Al mismo tiempo, es plenamente consciente de que ambos estados intentarán que descarrile o que, en su caso, buscarán desfigurar el cambio. Pero tenemos también la certeza de que el proceso democrático que se tiene que abrir avanzará y ningún obstáculo lo detendrá si pivota en la fuerza del pueblo, con activación y movilización popular y una acumulación de fuerzas creciente.

No cabe duda de que hay que construir primero un escenario democrático y abordar a continuación un proceso de articulación territorial en clave de soberanía que nos lleve hasta la constitución del Estado vasco, que nosotros quisiéramos además que sea socialista y euskaldun. Pero la izquierda abertzale quiere hacer ese camino con toda la masa popular y los diferentes agentes independentistas y soberanistas, conforman- do un bloque que articule a la mayoría que quiere el cambio.

¿Por qué dicen que la fase política actual es la del cambio?

En el conjunto de Euskal Herria se está dando un cuestionamiento de los marcos vigentes que han quedado caducos porque no sirven para dar cauce a reivindicaciones muy sentidas entre la ciudadanía vasca. En Ipar Euskal Herria es creciente la demanda de una institución propia y en Hego Euskal Herria los marcos estatutarios están agotados y se constata que hay una mayoría política, sindical y popular que ansía uno nuevo. Por lo tanto, las condiciones para el cambio están creadas. Ahora la apuesta es su materialización, es decir: construir un marco democrático basado en el reconocimiento de Euskal Herria y el respeto de la voluntad democrática de su ciudadanía.

Por eso, consideramos preciso que aquellos agentes que se proclaman independentistas o soberanistas hagan una apuesta de corte estratégico y se apresten a articular el espacio soberanista primero y a darle centralidad en el campo de acción polí- tico a continuación. Es la apuesta de la izquierda abertzale que deseamos sea compartida.

Ustedes piden, pero ¿qué están dispuestos a ofrecer? ¿En qué se concretan los cambios en la izquierda abertzale de los que habla el documento de debate?

El documento muestra claramente que la izquierda abertzale tiene necesidad de cambios, y no lo hace desde una posición de penuria, estrangulamiento o derrota. Toda la apuesta que recoge el documento se asienta en las condiciones sociopolíticas que se dan en nuestro país y en cuyo logro la izquierda abertzale ha sido un agente de primer orden, así como sobre su propia evolución y cultura política. Si no fuera así, se correría el riesgo de desviacionismos.

La izquierda abertzale tiene la cohesión que le han dado decenios de lucha y sacrificio, y cuando como ahora se plantea la necesidad de dar nuevos saltos, el debate es la fórmula de la que debe valerse para salvar las dudas que puedan asaltar y para ahondar en el convencimiento de que nos debemos dotar de una estrategia eficaz para llevar a nuestro país a un escenario democrático y, después, a la independencia y al socialismo.

El momento político actual es una encrucijada. Pero siendo eso cierto, no lo es menos que también la izquierda abertzale tiene su encrucijada particular que le exige adoptar decisiones políticas de calado y adecuarse a este momento. Hay que partir de que estamos en el tiempo político del cambio y debemos interiorizar que tal hecho nos obliga a cambiarnos también a nosotros, tanto en lo que se refiere a la línea de intervención estratégica, como a la política de alianzas, a la caracterización del proceso negociador, a la formulación organizativa y otros apartados que saldrán en el proceso de debate.

Tener conocimiento de los términos del debate parece haber trastocado la estrategia de Rubalcaba y compañía, basada en que «la izquierda abertzale está en lo de siempre, sigue supeditada a ETA»...

No cabe duda de que el hecho de hacer públicos los contenidos del documento en el que han tenido una participación activa los compañeros y compañeras encarceladas ha dejado en evidencia la política propagandística de Interior. No es la primera vez que se vierte tal acusación. Llevan más de quince años propagando dicha falacia. Y no es cosa sólo del PSOE y del PP; el PNV tiene también una gran responsabilidad en la construcción de un discurso que está teniendo un desarrollo represivo y de deterioro de derechos sin parangón.

Ni antes ha estado ni ahora está la Unidad Popular supeditada a ETA. Alimentar políticamente la tesis de Rubalcaba sería hacer una apuesta defensiva, porque no serviría para impulsar las condiciones sociopolíticas que constituyen el umbral para el cambio de ciclo. Además, caería en saco roto la autocrítica sobre el proceso negociador dado entre 2005-07 y la actuación política posterior. Si de algo hace gala el documento es de rigor analítico y de valentía y audacia en el diseño de una estrategia política de carácter ofensivo que nos adentre en un nuevo ciclo y nos conduzca a un estadio en el que la confrontación Euskal Herria-Estado, confrontación que se dará entre la opción unionista y la independentista, se desarrolle única y exclusivamente por vías democráticas.

¿Qué enseñanzas ha extraído la izquierda abertzale del proceso negociador 2005-2007?

Primero hay que dejar claro que un proceso de negociación no es en sí mismo un objetivo, sino un instrumento para dar ritmo y concreción al cambio político. La clave para que el proceso negociador arroje avances se sitúa en el terreno político ganado gracias a la lucha y empuje popular, dado que la negociación servirá para dar reconocimiento y forma jurídico-política a lo avanzado con la dinámica popular. Y a esto debo añadir que el esquema de negociación de la izquierda abertzale sigue siendo el de Anoeta.

¿Y concretando lo ocurrido entre 2005 y 2007?

Hay que decir que ese proceso arrojó resultados muy positivos, puesto que además de identificar a ojos de la ciudadanía vasca y en el concierto internacional el fondo del conflicto, se consiguió que se avanzara en la formulación de los contenidos, de los mimbres para la resolución del conflicto, tanto en Loiola como en Ginebra. Se avanzó pero no se llegó al acuerdo porque el PSOE no dio el paso necesario. Pero la izquierda abertzale tampoco supo crear una correlación de fuerzas y una movilización popular que le hiciera presión. Por otro lado, un aspecto que quedó meridianamente claro fue el alineamiento del PNV con los intereses del PSOE.

¿En qué falló la izquierda abertzale?

El proceso entró en su fase determinante jalonado con medidas como el endurecimiento penal o el impedimento de la acción política. Siendo esto cierto y sin pretender quitarle importancia, había factores internos a la izquierda abertzale que generaban gran inseguridad; y es que en el inicio de la fase negociadora la cohesión interna en la izquierda abertzale tenía lagunas en apartados como en la concreción de la apuesta de fondo, el cambio de ciclo, qué exigía la fase política o la caracterización del proceso negociador. Probablemente el error de la izquierda abertzale fue no realizar la reflexión que demandaba el análisis que se hacía del resultado político que arrojaban los últimos treinta años de lucha. Era el momento de una reflexión de corte estratégico, pero no se hizo y eso fue un condicionante que originó lecturas contradictorias y le dio una carga de mayor inestabilidad al proceso.

La autocrítica debe servir de enseñanza y ayudar a no cometer los mismos errores en el futuro. Pero aun con todo, hay que decir que la izquierda abertzale fue capaz de gestionar una difícil tesitura externa e interna y de provocar avances muy considerables.

¿El documento remitido a las bases marca los topes o límites de la reflexión que puede esperarse de Batasuna?

La izquierda abertzale, y más concretamente la Unidad Popular como su máximo referente político, ha utilizado el debate interno como instrumento para que su base social decida la estrategia política a llevar a cabo en cada ciclo o coyuntura política. El único límite al debate le ha sido impuesto por la estrategia represiva del Estado español desde 2002 con la ilegalización de Batasuna. Ni antes ni ahora hay topes o límites al debate y a la reflexión en la Unidad Popular. Los documentos de debate que se han pasado siempre a las bases han sido abiertos y, por tanto, sujetos a las aportaciones de la militancia sin ningún corsé. Entiendo que en el debate actual se posibilitará dicho ejercicio a las miles de personas de la izquierda abertzale que seguro participarán en el mismo.

Pero a tenor de las reacciones, ya hay quien sólo se fija en que en el documento no hay referencias expresas a la lucha armada de ETA...

En cada debate de calado que ha llevado a cabo la Unidad Popular se ha pretendido desfigurar o anular su contenido centrándolo mediáticamente en lo que se decía de la lucha armada. La Unidad Popular se ha declarado históricamente favorable a la resolución del conflicto político y armado por medio del diálogo y la negociación. Esa ha sido y sigue siendo la postura básica de la Unidad Popular, posición que además resulta ser aceptada por la mayor parte de la ciudadanía vasca. Ahora bien, con independencia de que la resolución del conflicto debe darse por la vía de la negociación, a nuestro entender, siguiendo el diseño de las dos mesas hecho público en Anoeta, a nadie se le escapa la importancia de un agente como ETA en el devenir de la apuesta por un nuevo ciclo político que marca el documento de Batasuna.

¿Y qué debería hacer?

Al igual que el conjunto de agentes políticos, sindicales y sociales, ETA tiene una notable responsabilidad en la generación de condiciones para que se pueda abrir un nuevo ciclo político y el mismo pueda generar una creciente acumulación de fuerzas en pos de un marco democrático con el que nuestro país pueda hacer el recorrido hacia la independencia y el socialismo. Es tiempo para recoger el fruto de largos años de lucha y no para dejarlo perder.

Para que la nueva fase política y el proceso democrático pueda realizar su recorrido y avanzar hasta el logro de sus objetivos, considero -y entiendo que ése es el presupuesto del documento de debate- que hay que primar y reforzar la activación social y la dinámica popular como motor fundamental, así como la intervención política e institucional, y que todos y cada uno de los agentes que se involucren en el proceso deben apostar por esa vía.

«Proceso democrático», «marco democrático»... conceptos que pueden llevar a cierta confusión. ¿Puede explicarlos?

El proceso democrático es la herramienta, el instrumento para la consecución de un marco democrático basado en el reconocimiento de Euskal Herria y en el respeto de la voluntad democrática de la ciudadanía vasca.

El proceso democrático es, en definitiva, la estrategia eficaz para el cambio político. De ahí la importancia que cobra como uno de los máximos exponentes para la nueva fase política.

El proceso democrático deberá basarse en lo que exprese y decida la ciudadanía vasca y, por tanto, deberá hacer su recorrido y desarrollo político sin injerencias externas y en ausencia de todo tipo de expresiones de violencia.

Además, por su propia condición de proceso, será dinámico y gradual. Por tanto, llegará a sus objetivos paso a paso, y será fundamentalmente el impulso y la dinámica popular junto a la actuación política, institucional y sindical. Será lo que marcará los ritmos y avances en la búsqueda de un marco democrático, del que deberá despegar nuestro pueblo hacia la independencia y el socialismo.

¿Qué debe comenzar a hacerse para habilitar ese proceso?

La izquierda abertzale considera que el proceso democrático debería llevar consigo cuatro actuaciones o pasos:

Por un lado, es preciso el reagrupamiento de la izquierda abertzale en torno a la Unidad Popular; que es el espacio común de los independentistas socialistas, el instrumento para el desarrollo de la lucha de masas e institucional y máxima expresión política e institucional de la izquierda abertzale.

Y entendemos que en la nueva fase política la expresión organizativa político-institucional deberá participar en la vida política en las mismas condiciones que el resto de formaciones.

Además, buscamos la creación de un bloque independentista con carácter de movimiento social que agrupe a sectores independentistas y soberanistas del espacio político, sindical y social. La izquierda abertzale propone que este bloque debería unir la estrategia independentista con una oferta táctica para la consecución de un marco democrático.

Vemos necesario conformar un «muro popular» amplio y plural para la denuncia y respuesta a la represión y las posibles agresiones que puedan darse y, de manera especial, para exigir la excarcelación de los presos políticos vascos.

Y la izquierda abertzale también apuesta por la reconstrucción del proceso negociador, teniendo presentes las bases y contenidos del último proceso y procurando la creación de un Foro para la Solución Democrática.


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