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sábado, 21 de julio de 2012

Cronopiando | Batman contra James Holmes


El ácido comentario de Koldo Campos a lo sucedido en los EUA durante el estreno de la más reciente película de Batman:

Batman contra James Holmes
Koldo Campos Sagaseta
Nadie se explica en Estados Unidos cómo  ha podido ocurrir, cómo ha sido posible que Batman no llegara a tiempo de  evitarlo, pero lo cierto es que hasta el propio héroe enmascarado, sorprendido  el día de su estreno, fue incapaz de reaccionar. Tal vez esperaba otra clase de  enemigo. Tampoco es la primera vez que se equivoca. James Holmes sólo es el  último nombre de una extensa nómina de asesinos blancos e irreprochables  apellidos, que no tuvo que eludir ningún control de seguridad para entrar en  Estados Unidos y perpetrar su matanza, porque ya estaba dentro, porque siempre  estuvo dentro, tan americano como Batman.
James Holmes, el joven  estadounidense que ayer asesinó a balazos a catorce personas en un cine de  Denver, durante el estreno de la última entrega de Batman, no procedía de Yemen  o de Afganistán, sino de Tennessee.
Tampoco profesaba la religión musulmana,  ni hinduista, ni se dedicaba a los cultos satánicos. Holmes era feligrés de la  iglesia protestante. No vestía babuchas ni se ponía turbantes, sino los clásicos  “jins” y las típicas gorras con emblemas deportivos. No sintonizaba el canal de  Al Yacerá, sino la CNN.
No comía quipes, titiles o dátiles, sino  hamburguesas, sanwichs y patatas fritas. No bebía té, sino Coca-Cola. No calzaba  sandalias, sino zapatillas deportivas. No celebraba el ramadán, ni el año nuevo  chino, sino el 4 de julio. No leía el Corán, sino el Washington Post. No fue  estudiante meritorio de ninguna madraza talibana o escuela coránica, sino de una  simple y común universidad estadounidense. No era miembro de Al Qaeda o de la  Yihad islámica, sino de un club de cine local.
En el pasado no había  peregrinado a La Meca o se había bañado en el Ganges. En todo caso, Holmes había  realizado algunas excursiones al monte como boy-scout.
Tampoco lo detuvo el  escáner de ningún aeropuerto, ni ninguna de las sofisticadas medidas de  seguridad de las que disponen los Estados Unidos para detectar terroristas  extranjeros porque James Holmes es estadounidense y adquirió sus armas en una de  las tantas armerías que en su enajenada sociedad ponen en manos de cualquier  patriota toda clase de explosivos.



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