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martes, 4 de diciembre de 2012

9600+ Casos de Tortura

La nota que les compartimos a continuación ha sido publicada en la página de Periodismo Internacional Alternativo (PIA):



De acuerdo a una investigación con gran cantidad de datos y testimonios realizada por la fundación Euskal Memoria que verá la luz mañana, se calculan en 9.600 los casos de torturas a presos políticos vascos incomunicados en los últimos 50 años. En ese lapso de tiempo solo se emitieron 19 condenas por denuncias de torturas y vejaciones.
La investigación, titulada en euskera “Oso latza izan da”, aborda una de las realidades más oscuras del conflicto y casi nunca difundida en los medios de comunicación. La misma será presentada en formato de libro en la Feria de Durango y allí el público podrá entender quién la ha ejercido, cómo, a quién, cuándo, dónde, por qué, para qué más los testimonios de las víctimas.
En Euskal Memoria explican que la recopilación de datos y testimonios no fue una tarea fácil debido a que han sido pocos los organismos que se dedicaron a llevar registros sobre las torturas en Euskal Herría. Torturaren Aurkako Taldea (TAT) ha sido uno de los pocos que ha llevado una estadística de los casos de torturas contra militantes vascos.
Según datos publicados por el diario vasco GARA: “en los años 60 y 70 debe recurrirse a extrapolaciones a partir de los datos parciales aportados por diversas fuentes. Con ello se concluye que entre 1960 y 1977 se produjeron cerca de 10.000 detenciones políticas en Euskal Herria, de las que entre el 50% y el 70% incluyeron torturas. A partir de 1978 ya hay balances oficiales sobre arrestos que facilitan el cómputo. Se calcula que en los diez siguientes años se incomunicó a 7.370 vascos y en torno al 40% padecieron torturas, lo que supone 3.000 casos más que sumar a los 5.000-7.000 anteriores. TAT empieza a publicar informes en 1989 y permite aquilatar ya esta cifra. Así, Euskal Memoria explica que entre ese año y 2000 se recogen 900 casos, y que en este siglo actual son otros 733. En total, pues, entre 9.633 y 11.633″.
Para la fundación vasca, las cifras no sirven para “acotar el sufrimiento” pero “hace más relevante algo que no es reconocido” de una práctica violatoria de los derechos humanos que en el país vasco “adquiere además una dimensión colectiva”, en opinión del organismo.
“Tengo 58 años, soy ama y amama, pero como sucede cuando tienes un hijo, hasta que no vives esto no conoces su dimensión. Lo que me hicieron no se lo deseo a mi peor enemigo”, expresaba en el 2008 Mertxe Alcocer, uno de los miles de casos testimoniados en la investigación.
“Me dijeron que `tu hija mayor suele ir sola en patinete a la ikastola. Tu mujer va al gimnasio. Tiene tal talla de sujetador. ¿Qué va a hacer sola?”, relata Iñaki Igerategi reflejando a los niveles en que llegaba la tortura sobre los detenidos vascos.
“La barra”, “el quirófano”, “el potro”, “el misionero”, “la bañera”, “la bolsa”, “las flexiones”, “el suero de la verdad”, son algunos de los términos con los que se nombran algunas de las metodologías de tortura aplicadas por las fuerzas represivas españolas sobre los presos políticos de Euskal Herría.
Pero el estudio de Euskal Memoria no solo refleja las torturas y violaciones a los derechos humanos, sino que también deja expuesta la complicidad que durante décadas tuvieron los gobiernos, políticos, jueces, periodistas, abogados, fiscales, organismos internacionales, etc., con respecto a las violaciones a los derechos humanos de los militantes vascos.
Garzón, “el paladín de los derechos humanos”
Uno de los tantos jueces cómplices y encubridores de estos aberrantes casos de torturas es el reconocido juez Baltasar Garzón quién aparece a los ojos del mundo como un paladín de la libertad y los derechos humanos. Garzón ha llevado adelante una verdadera caza de brujas y una guerra sucia con el pretexto de combatir al “terrorismo” de ETA. Este mismo juez en realidad ha sido la punta de lanza de la política represiva del PSOE y el PP contra los militantes vascos y también catalanes.
En este sentido, Garzón es responsable de la prohibición de Batasuna, un partido político legal que representa al 11% de la población vasca. Pepe rei, periodista y director de la editorial Ardi Bertzale clausurada por Garzón, ha escrito un libro, “Garzón, la otra cara” (de Editorial Txalaparta), donde muestra la cara oculta y siniestra de este famoso juez. En el mismo, Rei, quien también estuvo en la cárcel por órdenes de Garzón, enumera más de doscientos casos de tortura perpetrada sobre miembros de la izquierda nacionalista vasca en las que Garzón está implicado llevando adelante procesos cargados de irregularidades y carentes de sustento legal.
Joaquín Navarro, magistrado español que fue durante años alguien muy cercano a Garzón, declaró en una entrevista al diario GARA que “es un juez que se inventa casi todo. Lo que ocurre es que está actuando respaldado por el poder político y por el Ministerio del Interior. Garzón se permite el lujo de dictar autos de procesamiento o de prisión absolutamente fabulados, dando por demostradas vinculaciones orgánicas y funcionales de diversos sectores con ETA”.
Lamentablemente, en algunos países como Argentina, se niega el pasado represor de este juez y se lo recibe con todos los honores otorgándole la residencia argentina por “su lucha por los derechos humanos y la libertad de expresión” como sucedió el mes pasado cuando fue recibido con loas por diferentes funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner. Sí, se trata del mismo juez que avaló torturas en Euskal Herría y Cataluña, el mismo que ordenó el cierre del diario Egin, uno de los de mayor tirada en el País Vasco, encarcelando periodistas y ocupando sus instalaciones con 300 policías. Garzón, el mismo que en su visita a la Argentina se llenó la boca hablando de las virtudes de la nueva ley de medios impulsada por el gobierno kirchnerista, clausuró y censuró diarios, revistas y publicaciones en Euskal Herría por acusarlas de “terroristas”. Sin embargo, en Argentina fue y es elogiado por el oficialismo y gran parte de la intelectualidad progresista.



Pero ya saben, el pijo Antonio Basagoiti, miembro del PP, partido político heredero directo del franquismo,  afirma que no hay problema de torturas, que desde Estrasburgo "lo que no dice es que se haya torturado", que lo único que se afirma es que había que haber investigado.



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