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lunes, 15 de septiembre de 2014

Cosa de Patadas

Es bien sabido que el régimen borbónico franquista, en lo que respecta a la justa demanda del pueblo vasco a su autodeterminación... a todo dice que no y a nada dice que sí.

Su obsesión queda más que nunca en evidencia cuando se trata de una cuestión tan inocua como lo es el deporte. Madrid constantemente se compara con Europa y, sin embargo, es obvio que no toma nota de el hecho que Londres permite a Escocia, Gales e Irlanda del Norte competir en justas internacionales.

Para entender más los "motivos" detras de la cerrazón, les presentamos esta entrevista publicada en El Mundo:


'El fútbol es el vehículo ideal para reforzar los nacionalismos'

Leyre Iglesias

Alejandro Quiroga (Madrid, 1972) analiza en 'Goles y banderas. Fútbol e identidades nacionales en España' (Marcial Pons, 2014) cómo las distintas Españas se han servido y se sirven del deporte más popular para crear patria. Muy especialmente en el polvorín de identidades que es Euskadi. Quiroga es profesor de Historia de España en la Newcastle University, investigador Ramón y Cajal en la Universidad Alcalá de Henares y experto en los nacionalismos de los siglos XX y XXI, desde Primo de Rivera hasta hoy.

Por qué el fútbol es importante para los nacionalismos?
Porque emociona y cualquier nacionalismo busca la capacidad de conmover para movilizar a la población. Lo vio ya el PNV a principios del siglo XX con el Athletic. La rama euskaldun más tradicionalista y carlista del PNV reivindica la pelota y critica el fútbol como un deporte extranjero que impide a los parroquianos ir a misa; la rama castellanoparlante y urbana de Bilbao dice que hay que promocionarlo porque es un modo de captar adeptos.

Cuenta cómo en la Transición los estadios se convierten en campos de exhibición de los símbolos vascos -ikurriñas, himnos- al tiempo que desaparecen los símbolos españoles de toda la esfera pública.
Sí, aunque antes de la Transición el vínculo simbólico del fútbol vasco se da más con la identidad española que con la nacionalista vasca. Cuando en 1920 España queda segunda en las olimpiadas de Amberes en fútbol, en Irún les recibe el Ayuntamiento, les invitan a comer, hay banderas españolas... En San Sebastián igual, y en Bilbao el Athletic invita a la selección española con la Diputación. La cosa cambia en la Guerra Civil, cuando se crea la selección vasca.

¿Quién financia a la selección?
Desde la Transición hay un gran vínculo con la Lehendakaritza, que mete mucho dinero. En esto la Euskal Selekzioa y el Athletic de Bilbao no se diferencian mucho del modelo del fútbol español: cajas de ahorro, poderes políticos locales y constructores.

¿Cómo han actuado los futbolistas en la batalla identitaria?
Ha habido jugadores que se han sentido más orgullosos de jugar en la selección española y otros, nacionalistas vascos, que sentirían menos los colores, pero salvo Kortabarria no dejaron de jugar con España. No ha sido un problema en general.

Muchos han realizado declaraciones y gestos muy significativos en favor de Euskal Herria, de los presos de ETA... ¿El fútbol ha estado más politizado que en el resto de España?
Sí, el peso de la batalla identitaria en el deporte de masa por excelencia ha sido un «hecho diferencial» [Sonríe]. Pero porque el caso del País Vasco es excepcional en lo identitario. Lo curioso, en todo caso, es que el fútbol y en concreto el Athletic también han sido un espacio de integración. Aunque desde finales de los 70 el Athletic se ha vinculado mucho a la idea de Euskadi del PNV. En los 80 se cambia el himno eliminando todas las referencias a España, y hoy [por ayer] el Athletic va a jugar con los colores de la ikurriña.

¿Y la relación con ETA?
Le pasó lo que le ocurrió a la sociedad vasca. En los años 70 hay gestos de apoyo a etarras en San Mamés, tolerados cuando no apoyados por los directivos. En los 80 llega el gran desengaño y, la directiva, como todo el PNV, se mantiene en la ambivalencia: 'hay que comprenderlo, lo condenamos pero'... El secuestro de directivos del Athletic hace que cambie la cosa. Pero se mantiene la ambivalencia.

No hay un minuto de silencio a una víctima de ETA hasta Isaías Carrasco en 2008.
Sí, y dura quince segundos porque la gente de Herri Norte se pone a pitar. Antes sí hay un homenaje al etarra asesinado Argala o al dirigente de HB Santiago Brouard.

El Gobierno de Urkullu está otra vez en la carrera por que las federaciones vascas puedan competir con España. Hace poco ha presentado a la federación de sokatira como ejemplo. ¿Qué futuro le ve?
El caso de la sokatira no creo que tenga mucho recorrido. En los herri kirolak hay varios reconocidos, pero tienen una proyección muy pequeña. En cuanto a los deportes de masa, lo veo difícil: se reconocen las selecciones autonómicas como nacionales, pero no se permite que compitan contra equipos españoles. Para que entren en la Fifa o la Uefa necesitarían que España las reconociese. Estamos en un punto muerto. A no ser que se produzca una independencia a todos los efectos, cosa que me parece más sencilla, dentro de lo tremendamente complejo que es, [Sonríe] que el hecho de que las federaciones españolas den el visto bueno a competir con las autonómicas. Sería inconstitucional.

¿Esa negativa es fruto de una concepción nacionalista española? ¿O es lo normal en otros países?
La comparación suele ser Reino Unido, porque allí hay selecciones divididas por naciones en algunos deportes. Pero en Francia no hay equipos nacionales corsos o bretones; en Italia tampoco hay una Padania que juegue a nada; en Alemania tampoco. El caso de España es excepcional en la Europa occidental y el Reino Unido es la única comparación posible, y es muy variada.

¿Qué significó que algunos jóvenes vascos salieran a la calle con banderas de España para celebrar los triunfos de la Roja?
Significó un proceso de cierta normalización de la exposición de los símbolos españoles en el País Vasco, condicionada por el terrorismo desde los 70, cuando ETA mata a quienes exhiben símbolos españoles y aparecen personas asesinadas con la bandera española en la boca. Se logra en un período corto que la exposición de identidades españolas queda vinculada al ámbito privado y durante muchos años ha sido así, salvo en edificios del Estado. Las celebraciones durante las Eurocopas y el Mundial supusieron una especie de vuelta de esos símbolos en el ámbito popular. Otra cosa es que hubo bastantes denuncias de agresiones y la violencia a pequeña escala -amenazas o cohibiciones, no poner el partido en el bar- sigue teniendo un peso bastante serio. Pero me imagino que la cuestión simbólica de lo español encontrará su camino porque las encuestas llevan diciendo muchos años que el 65% de los vascos se siente identificado con España.

¿En la España de la crisis se va a reforzar el fútbol como elemento de construcción patriótica?
Los historiadores debemos tener cuidado con los pronósticos. Sí parece que, en el mundo en el que estamos de posmodernismo del siglo XXI y más con la crisis, las identidades nacionales -la vasca, española o catalana- se fortalecen porque resurgen los estereotipos, las explicaciones lineales... El fútbol tamizado por los medios de comunicación es el vehículo ideal para reforzarlas. Pero la vida da sorpresas.



Bueno, y nomas por referencia... aurrera bolie!




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