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domingo, 20 de diciembre de 2015

Bob Esponja el Eco-Terrorista

Lo que ustedes están a punto de leer pareciera un capítulo derivado de la novela "Arcoiris Seis" del autor fascista Tom Clancy (si no la han leído no se han perdido de mucho, se trata de una más de sus manidas elucubraciones de hiper machos e hiper moralistas espías estadounidenses). Para que se den una idea; un grupo de ecologistas dispuestos a borrar a la humanidad de la faz de la tierra contrata a un ex-agente de la KGB que a su vez se pone en contacto con ETA, el ERI y y la RAF para llevar a cabo sus planes. Claro, para detenerlos están los buenazos de la CIA, el SAS y el Mossad, así que nada de qué preocuparse.

Pero bueno, lean ustedes este artículo publicado en la página de Hoy:

La ecoterrorista que se esfumó en Euskadi

El FBI ofrece 50.000 dólares por Josephine Sunshine Overaker, que cometió una decena de atentados sin víctimas en EE UU. Pertenecía a La Familia, como su novio heroinómano, que delató a todos sus compinches

Oscar Beltrán de Otálora

A comienzos de diciembre, el FBI retomó en Oregón la pista de Josephine Sunshine Overaker, una ecologista radical que desapareció en 2003, cuando tenía 29 años, y que está catalogada como una de las delincuentes más buscadas en Estados Unidos. Su rastro se perdió en España al poco tiempo, pero con motivo del décimo aniversario de su fuga, los policías que llevan el caso han hecho unas sorprendentes declaraciones. «En su huida contó con el apoyo de separatistas vascos y fue detectada entre 2004 y 2006 con un grupo de anarquistas, también vascos, en las afueras de Barcelona. En ese momento era adicta a los estupefacientes. Creemos que también fue arrestada en alguna protesta pública», asegura a este periódico el agente especial Timothy W. Shuttles. Con el fin de reactivar la búsqueda de esta mujer, acusada de haber participado en decenas de incendios provocados, el FBI ha utilizado la informática para actualizar la foto de Overaker, que ya ha cumplido 41 años, y traducido al castellano el pasquín en el que se ofrece una recompensa de 50.000 dólares (46.000 euros) por ella. El cartel informa de que en la actualidad tal vez trabaje de «bombera, comadrona, pastora de ovejas o masajista».

La historia de esta mujer es como un viaje al pasado, en el que aparecen hippies anarquistas convencidos de que todo vale, incendios y explosiones incluidas, para salvar la naturaleza. Fueron barridos de un plumazo. Josephine Sunshine Overaker formaba parte de La Familia, una red de activistas violentos surgida del Frente de Liberación Animal -movimiento que sabotea instalaciones para liberar animales de granjas y laboratorios-. Muchas de sus teorías son propias de la cultura 'New Age' y el grupo podría considerarse una secta. Mantenían una tesis muy curiosa para justificar sus campañas de incendios y explosiones: no eran actos de terrorismo porque sus víctimas eran objetos inanimados y, por lo tanto, no sufrían. Con esta coartada no tuvieron problemas en causar daños que el Gobierno de Estados Unidos valora en 36,8 millones de euros. Nadie resultó herido.

La ecoterrorista más buscada en Estados Unidos comenzó a formar parte de los movimientos de protesta ecologistas de Oregón, que se limitaban a organizar acampadas para protestar por la contaminación de los ríos. Pero a mediados de los años 90, fue captada para el líder de La Familia, el librero anarquista William 'Bill' Rodgers, alias 'Avalon', apodo tomado de la mitología celta y que representa la isla donde vivían las hadas. Josephine Sunshine Overaker, que ya había trabajado como miembro de las cuadrillas de extinción de incendios, no dudó en incorporarse a la acción.

La activista se enamoró de uno de los componentes de la banda, el también anarquista Jake Ferguson, el hombre que sería su perdición. Ferguson presumía de ser el miembro clave de la célula con otra ridícula teoría: como los demás eran vegetarianos, no tenían suficiente fuerza para el trabajo duro. Lucía el tatuaje de un pentagrama en la frente y era adicto a la heroína. En esa época, Overaker se grabó con tinta un enorme pájaro en la espalda. También estudió castellano y empezó a utilizar 'alias' como Lisa Rachelle Quintana, María Rachelle Quinta o María Quintana.

La Familia se lanzó a quemar edificios federales en el Estado de Oregón. Entre 1995 y 2001 incendiaron una veintena de instalaciones del Gobierno en diversas localidades del Oeste. Atacaban todo aquello que tuviera que ver con el control del medio ambiente, pero también torres eléctricas o, en su golpe más osado, una estación de esquí en construcción en Colorado. Solo los daños de esta última acción están valorados en más de 18,5 millones de euros. El grupo era invulnerable a las pesquisas de la Policía, que no conseguía detener a ninguno de sus miembros. Según se ha sabido con el tiempo, parte de su éxito se debía a una compleja forma de actuar desde la clandestinidad puesta en marcha por 'Avalon': los activistas, por ejemplo, se comunicaban mediante complejos códigos ocultos en libros que se intercambiaban en clubes de lectura.

La ecoterrorista con conexiones con el País Vasco fue la culpable de la caída de toda esta red. En 1995, perdió un teléfono móvil cerca de una cabaña de guardabosques de Detroit que La Familia había reducido a cenizas. Tres años más tarde fue detenida por robar esponjas en un centro comercial de Washington. Fue puesta en libertad y unos días más tarde ardió una oficina federal en las inmediaciones. El FBI descubrió entonces que los artefactos incendiarios que empleaba habitualmente el grupo estaban fabricados con esponjas que empapaban con gasolina.

Ataque en Madrid

La Familia cometió su último atentado en octubre de 2001, cuando dio fuego a una oficina federal de California. Un mes antes, Al-Qaida había estrellado dos aviones de pasajeros contra la Torres Gemelas, lo que produjo la mayor convulsión social en la historia reciente de Estados Unidos y del mundo. Para entonces, los nexos de la banda ecoterrorista ya habían saltado por los aires. Por un lado, habían surgido disensiones internas sobre la conveniencia de continuar con las acciones armadas. Pero también empezaba a cuestionarse la figura de su líder, 'Avalon', al que muchos miembros veían como un abusador sexual por su relación con las activistas de la banda.

En 2003, las pistas que Josephine Sunshine Overaker había ido dejando dieron sus frutos. Su teléfono móvil, más su relación con el robo de esponjas, permitió a los investigadores llegar hasta su novio, el heroinómano Jake Ferguson. Nada más ser detenido, se ofreció a colaborar con las fuerzas de seguridad a cambio de ser absuelto. La Familia ya había dejado de atentar, pero Ferguson fue convertido en un agente infiltrado y el FBI le obligó a reunirse con los miembros de la banda para recoger evidencias contra ellos. A todas las citas acudía con un micrófono oculto en su ropa.

Los agentes especiales arrestaron a 18 miembros de la organización con los testimonios recogidos durante dos años. Tan solo Overaker y otros dos componentes lograron escabullirse. El líder de la Familia, William Rodgers, se suicidó en prisión días después. Escribió una carta que se ha convertido en un credo del ecoterrorismo. «Ciertas culturas humanas están librando una guerra contra la Tierra. Yo escojo luchar con los osos, los pumas, los zorrillos, los murciélagos, los cactus y todas las cosas salvajes. Soy la baja más reciente en esta guerra. Pero esta noche me escapo de la cárcel y regreso a casa, a la Tierra». Esta declaración, cargada de misticismo por estar fechada en el solsticio de invierno, sería clave para localizar a Overaker en España.

Al poco del suicidio de 'Avalon', unos activistas liberaron varios perros que se utilizaban para realizar ensayos clínicos en un laboratorio de Madrid. La acción fue reivindicada como un homenaje al fallecido William Rodgers. El FBI sostiene que Overaker estaba relacionada con los autores del ataque, que no podían conocer en ese momento al líder de La Familia y las circunstancias de su muerte. Sospechan que la ecoterrorista aprovechó su dominio del castellano para ocultarse en España. Desde entonces no se ha vuelto a saber de ella, pero su cabeza sigue teniendo un precio.



Magnífica pieza de manipulación mediática.

Después de leer toooooodo el artículo alguien nos puede decir... puesto que solo se menciona a Barcelona y a Madrid... ¿cómo es que se asume que está escondida en Euskal Herria?

Al régimen español le urge inventarse un monigote de paja al cual aplicarle la etiqueta de terrorista... o de eco-terrorista.






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