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miércoles, 15 de junio de 2016

Los Vascos y la UNESCO

Les compartimos este reportaje publicado en Deia:

La UNESCO es la organización de las Naciones Unidas que se ocupa de la Educación, la Ciencia, la Cultura y la Comunicación.

Se me ocurren pocos ámbitos en que Euskadi deba estar más interesado que estos que hemos citado. Por varias razones. Primero, porque nuestras instituciones tienen competencias plenas en estas materias y eso incluye, como reconoció en su día el Tribunal Constitucional, su vertiente internacional. Pero también porque en la educación, en la cultura y en la ciencia nos jugamos el futuro de nuestro país. Lo sabemos ya, es un lugar común decirlo, pero no está de más repetirlo las veces que sean necesarias hasta que, además de saberlo, actuemos como si lo creyéramos.

Nuestro país no va a ser grande nunca, ni lo queremos, en los elementos clásicos de lo que en relaciones internacionales se llama hard power, es decir, aquellos elementos asociados a la fuerza y a la geopolítica más clásica. Pero nuestro país sí puede ser, si no grande, sí relevante, ágil, activo, atractivo, en su medida, con modestia pero con ambición, con realismo pero con aspiración, en otros contenidos que el profesor Nye, en expresión que alcanzó gran éxito, llamó soft power, es decir la cultura, la ciencia, la innovación, la identidad, las artes, la gastronomía o la sociedad. Se suele traducir soft power como poder blando, pero esa palabra le resta a mi juicio potencia a la propuesta, la puede hacer aparecer como blandengue, débil. Es por eso que yo prefiero traducirla como poder sutil o inmaterial, aun cuando en el fondo me gustaría poder llamarlo poder cultural, del talento y de la inteligencia.

Y tengo una buena noticia: el mundo está cada vez más interesado en estos ámbitos de la influencia inmaterial. Lo que hace grande a una empresa, a un país o a cualquier entidad es cada vez menos el valor de sus propiedades materiales, cada vez es más el valor de sus talentos, de sus ideas, de su conocimiento. Cada vez es más importante que una marca, un producto, un país o una idea sean atractivas, puedan seducir. Ahora incluso nos dicen que un partido político es más o menos sexy, con acierto a mi juicio más que cuestionable.

El mundo se mueve cada vez más por intercambio de ideas, de conocimientos, de intereses, de complicidades. Ahí las banderas y los desfiles cada vez pintan menos.

El mundo está lleno de actores ansiosos de conocer socios fiables, con los que aprender y crecer conjuntamente. Y la Unesco es una plataforma magnífica para conocer y darse a conocer, para dejarse ver, para mostrar lo mejor de cada uno, para seducir y dejarse seducir por las mejores ideas, por las mejores prácticas, por los mejores talentos.

Hay otro elemento que hay que considerar: la Unesco fue el único organismo de las Naciones Unidas que ya desde su origen tras la Segunda Guerra Mundial consideró en su constitución que el trabajo por la educación, la ciencia y la cultura no podía ser algo exclusivamente liderado por los Estados, sino que la sociedad debía tener en esa tarea su lugar y su papel: las universidades, las bibliotecas, los escritores, los científicos, los periódicos, las comunidades que viven en espacios naturales protegidos, los grupos que crean cultura, los municipios o los gestores de los bienes culturales. La Unesco se adelantó 40 o 50 años a la entrada de la sociedad civil en las relaciones internacionales.

Vascos notables estuvieron en la Unesco desde el principio. Primero, gentes tan relevantes como Francisco Javier de Landaburu, el Padre Onaindia o el alavés Antonio Gamarra; luego vendrían personas de la categoría de José Miguel de Azaola. A algunos de estos pioneros se les ha reconocido estos días en la biblioteca de Bidebarrieta.

Y fue a principios de los 90, en 1991 para ser exactos, que un grupo de visionarios creó el Centro Unesco del País Vasco y lo llama Unesco Etxea. Pronto consigue el más alto reconocimiento por parte de la Unesco y se convierte en un actor reconocido en París, la sede de ese organismo internacional, donde se ganan un gran prestigio por la calidad y novedad de sus propuestas.

Y tan importante como eso es que Unesco Etxea es una organización social abierta a la participación de la gente. Es una asociación, y por tanto su gobierno y su orientación está regida por sus socios, gente a la que le une únicamente su interés por la educación y la cultura y su visión de que desde la sociedad civil se puede participar en los grandes retos de la humanidad. Gente que quiere poner desde Euskadi, desde nuestra sociedad, algunos granos de arena en esa ingente tarea. Y lo hicieron porque, como decía Nansen, lo difícil es lo que te lleva tiempo y lo imposible es… lo que te lleva un poco más de tiempo. 25 años, por ejemplo.

Hoy, la red civil de la Unesco en el País Vasco incluye la Reserva de la Biosfera de Urdaibai y el Geoparke de la Costa Vasca; el Puente de Bizkaia, las cuevas de Ekain, Santimamiñe y Altxerri, el Camino vasco de Santiago como Patrimonio de la Humanidad; media docena de Cátedras Unesco; siete escuelas asociadas; varias bibliotecas; un artista por la paz; una ciudad creativa; una ciudad por la paz; y varias asociaciones Unesco. A otros bienes, como Salinas de Añana, los queremos pronto también en esta red con el máximo reconocimiento internacional.

Se trata de una red de una potencia social, turística, económica y cultural enorme.

Más de 150 jóvenes vascos han trabajado en oficinas Unesco a lo largo de todo el mundo y cientos, quizá miles, han participado en los cursos de formación de Unesco Etxea. Me he encontrado jóvenes formados en la cantera de Unesco Etxea trabajando en puestos y tareas de responsabilidad e interés en los lugares más diferentes, incluida por supuesto, la propia Unesco y la ONU.

Hace 25 años que Unesco Etxea se creó. Hoy se celebra el aniversario en el Azkuna Zentroa de Bilbao. No es mal lugar, dado que el mejor alcalde del mundo fue uno de los que creyeron y apostaron por Unesco Etxea y de los que quiso fortalecer la relación de la Unesco con Bilbao.

Unesco Etxea en un buen ejemplo de trabajo desde la sociedad civil para la internacionalización de la sociedad vasca desde abajo, para crear redes, conexiones, contactos, intercambio de ideas, para traer a Euskadi lo mejor del mundo y llevar lo mejor de Euskadi al mundo.

Es una entidad social que ha mostrado transparencia total y ha ejercido el buen gobierno; que viene recientemente de renovar los órganos de gobierno y la presidencia, de la que sale, con bien ganados honores, el gran Ruper Ormaza. Una entidad que se presenta ante la sociedad por tanto con los deberes hechos, las cuentas claras y sus competentes equipos rejuvenecidos.

Un historia de éxito. Yo he tenido la oportunidad de trabajar ahí durante diez años, déjenme que sienta mía una pequeña parte de esa historia y de ese éxito. Ahora, desde la distancia, les felicito el aniversario, les doy las gracias por todo lo aprendido y les deseo otros 25 años llenos de éxito y logros. Todos los vascos, y la propia Unesco, saldremos ganando con ello. 






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