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sábado, 18 de junio de 2016

Vida Digna = Muerte Digna

Definitivamente este es un gran paso para tres de la siete herrialdes que componen Euskal Herria.

La vida y la muerte son parte de un mismo binomio, son inseparables, la una depende de la otra y viceversa. Por lo tanto, solo se puede asegurar una vida digna si también está asegurada, en su momento, una muerte igual de digna.

Les compartimos este esperanzador artículo publicado en Gara:

Primer paso hacia una ley que ampare en la CAV el derecho a una muerte digna

Araba, Bizkaia y Gipuzkoa contarán en breve con una ley que regula el derecho a una muerte digna, en virtud del acuerdo alcanzado entre EH Bildu y PNV. El proyecto de ley, que no alude a la eutanasia ni al suicidio asistido, otorga prioridad absoluta a la voluntad del paciente y antepone su decisión al criterio médico.

Mertxe Aizpurua
Es una cuestión tan antigua como la vida misma y, sin embargo, o quizá por ello, sigue siendo un tabú. Nuestra mente ha procesado que la vida acabará un día, podemos hablar con relativa tranquilidad sobre detalles y contextos que rodean la muerte, pero la decisión íntima y personal de cómo encararse con ese final es, para la mayoría, un túnel de difícil tránsito. Según se trate, el debate se presenta como moral, médico o legal, cuando debería encuadrarse en el de los derechos humanos. En ese derecho a la vida que no cesa hasta que esta termina. El hecho es que no hay lugar para la eutanasia en la legislación de los estados en los que está dividido este país, ni en el español ni en el francés. Tampoco en la mayoría del resto de países. No obstante, la necesidad de regularizar el derecho a una muerte digna es una cuestión urgente en la sociedad actual.

Una regularización que ayudará a aclarar la confusión general que se da a menudo entre el suicidio asistido, la eutanasia o la sedación paliativa, opción teóricamente legal esta última pero en la que pueden retorcerse las circunstancias hasta llevar a médicos o familiares a las puertas de la cárcel. El juicio celebrado hace dos semanas en Avilés es un ejemplo reciente.

Nafarroa se dotó en 2011 de su propia norma y en la CAV hace dos años que EH Bildu inició el recorrido hacia una ley que regule la cuestión. En la reunión que ayer celebró la ponencia parlamentaria, el acuerdo alcanzado entre PNV y EH Bildu dio luz verde a la proposición de ley y se prevé la aprobación en la última sesión de la legislatura, el próximo día 30.

Entre otros aspectos, el texto prioriza la voluntad de la persona hasta situarla por encima de la opinión de los médicos, y establece el derecho del paciente a negarse a recibir el tratamiento prescrito.

Protagonismo de las personas

A ello se refirió la parlamentaria de EH Bildu Rebeka Ubera al explicar que «la ley gira en torno a un principio básico, fundamental e irrenunciable: el respeto absoluto a la libre voluntad del paciente en el proceso final de su vida; la persona está en el centro mismo de la ley, se le otorga todo el protagonismo y se da prioridad absoluta a su decisión, a su voluntad». A su juicio, «es un avance clave porque hasta ahora la voluntad del paciente ha estado sometida al criterio médico de cada momento; con la nueva ley, en cambio, el paciente va a tener la potestad de renunciar a un tratamiento, incluso en contra del criterio médico y aunque esa renuncia implique acelerar su muerte».

«La ley –añadió Ubera– blinda el respeto a la decisión, a la voluntad de la persona, y establece un marco claro para que el sistema sanitario y socio sanitario, los profesionales implicados y las instituciones desarrollen funciones concretas con ese fin». Así, destacó que se concretan los derechos de las personas que van a morir, se fijan las obligaciones de los profesionales de la salud y se otorga al sistema la responsabilidad de garantizar el cumplimiento de la voluntad de los pacientes.

Evitar la colisión legal

En el camino han quedado las referencias a la eutanasia y al suicidio asistido que incluyó EH Bildu, que tropezarían inevitablemente con la ilegalidad que determina el artículo 143 del Código Penal español. Confirmó Ubera que ambos términos no figuran en la ley para evitar la colisión. «EH Bildu aboga por despenalizar tanto la eutanasia como el suicidio asistido, pero entrar ahora en ese debate hubiera significado no tener ley», indicó. Reconoció que su grupo ha tenido que dejar de lado sus aspiraciones con esta norma para poder lograr un acuerdo para su aprobación, ya que el PNV dejó claro que no apoyaría un texto en el que se mencionase la eutanasia o el suicidio asistido.

La parlamentaria adujo que no tenía sentido entrar en discusiones que «sólo provocarían que no saliese la ley» y defendió que con la aprobación de esta ley daremos un primer paso, firme, cualitativo y muy importante». Mostró, asimismo, su esperanza en que la nueva norma ayude «a hacer camino» hacia la despenalización de la eutanasia y el suicidio asistido.

Por su parte, desde el PSE, la parlamentaria Miren Gallastegui dijo que esta norma supondrá un «absoluto paso atrás» porque no incorporará la enmienda de su partido dirigida a que «se recogiese como un derecho la ayuda a morir (eutanasia y suicidio asistido)» en el momento en el que se reformase el Código Penal español y dejasen de ser delito.

Según informa la agencia Efe, Gallastegui adelantó que mantendrá esta enmienda para su debate en pleno y añadió que, con la redacción final del informe, a su juicio, la persona que quiera que le ayuden a morir «tendrá que acudir a familiares» a los que, según auguró, «les van a abrir diligencias y proceso por vulnerar el Código Penal».

Aunque admitió que el informe de la ponencia «mejora sustancialmente» la regulación con la que cuenta la CAV para garantizar el derecho a una muerte digna, lamentó que «se ha tirado por los suelos» una oportunidad y dijo estar sorprendida de que «a EH Bildu se le llene la boca hablando de soberanía nacional y cercene la personal».

Por su parte, Carmelo Barrio (PP) mostró su satisfacción porque la ley no incluya referencias a la eutanasia ni al suicidio asistido y anunció el apoyo de su partido a la norma propuesta.

La nueva ley constituye, además, un nuevo catálogo de derechos para los enfermos incurables. Por ejemplo, al final de su vida podrán decidir dónde morir, si en casa o en el hospital. Y, si es así, podrán acceder a habitaciones individuales en centros públicos. Familiares o personas allegadas tendrán igualmente derecho a permanecer en todo momento en el propio centro sanitario y utilizar los servicios necesarios.

Larruquert: «Un amigo decidió morir y murió con dignidad»

«Hacía casi un año que había tomado su decisión. Estaba cogido por una grave enfermedad, no tenía salida y lo que no quería era estar meses y meses de aquella manera. Entonces dijo que no quería sufrir. Y se quitó de en medio». Quien hace el relato es el conocido fotógrafo y cineasta Fernando Larruquert (Irun, 1934), autor de documentales y películas míticas como “Amalur”, “Pelotari” o “Agur Everest”.

Resume de esta forma la determinación y las razones que llevaron a su amigo Rafael Sanz Lobato a optar por la sedación paliativa para dar fin a su vida. Andaluz y colega de profesión –fue Premio Nacional español de Fotografía en 2011– hablaba con él prácticamente a diario en los últimos meses, antes de fallecer el 22 de abril del pasado año.

«Me iba contando el proceso de andar de un médico a otro médico, sabiendo finalmente que aquello no tenía arreglo y no quería alargar lo inevitable». Le contó también que había sabido de una asociación en defensa por la muerte digna en Madrid, en la que participan médicos y sicólogos. «Acudió a ellos –explica Larruquert–, le dieron una especie de cursillo y cuando decidió quitarse de en medio tuvo un médico y su familia junto a él. Tomó un vaso de vino con algo y luego se tomó la pócima. Se tumbó y murió. Sin ningún dolor».

Habló con él una hora antes de tomarse el combinado de medicamentos. Larruquert supo más tarde que él fue la última persona a la que Rafael Sanz llamó por teléfono. Preguntado sobre lo que el propio Larruquert sentía en ese cruce de conversaciones finales, el fotógrafo irunés es claro: «En parte estaba contento, porque iba a cumplir una decisión que él mismo había tomado. Era lo que él quería».

«Creo –añade– que cada uno debe hacer las cosas con honestidad y con convicción. Y él lo hizo así. Hablaba con total tranquilidad del tema. No estaba violentamente apasionado, no. Hablaba tranquilo, con la cabeza bien fría». Y es que, según señala, el futuro se presentaba «doloroso, largo y sin salida». «Sufrir para no salir adelante –añade Larruquert– no merece la pena» y, de alguna forma, considera que es un modo de terminar mejor. «Otra cosa es –agrega en un comentario no exento de sorna– que la gente crea que hay otra vida después de la muerte. Aunque tengo entre mis notas las últimas palabras de papas como Pío XII y León XIII y, al parecer, no querían morirse. Predicaban la vida eterna pero demuestran que ni ellos se creían que iban a ver a Dios».

La eutanasia: práctica permitida en cuatro países europeos

Holanda

País pionero en el derecho a una muerte digna, en 2001 aprobó una «Ley de comprobación de la terminación de la vida a petición propia y del auxilio al suicidio», con la que la eutanasia –que sigue prohibida por el Código Penal– queda impune. La norma fue fruto de un intenso debate social.

Bélgica

En 2002 aprobó una ley en la que contempla la eutanasia para pacientes capaces y conscientes de su petición. Una petición que debe ser voluntaria, reflexionada y reiterada, y debe venir acompañada de un padecimiento físico o psíquico constante e insuperable. Se trata de una ley garantista, en la que cada petición se envía a una Comisión de dieciséis miembros, que es quien aprueba o rechaza la eutanasia.

Luxemburgo

En 2008, Luxemburgo siguió los pasos de sus vecinos y despenalizó la eutanasia, convirtiéndose en el tercer país del mundo en hacerlo. Es una ley muy similar a la belga.

Suiza

La eutanasia sigue siendo delito, pero no así el auxilio al suicidio, que además no exige contar con la colaboración médica. Hay cuatro ONGs que asisten las peticiones.







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