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jueves, 28 de julio de 2016

Mamporreros Musicales en Urdaibai

El neoliberalismo no respeta nada, todo se convierte en objeto, todo se convierte en mercancia.

En la Reserva de la Biósfera de Urdaibai se encuentra Mundaka, pues bien, una empresa que se dedica a organizar festivales musicales ha decidido que el paisaje natural que rodea a la villa es tan solo un telón de fondo muy guai para uno de sus conciertos y, recurriendo a corruptelas, ha violado la ley con tal de que se lleve a cabo ahí.

Lean esta denuncia publicada en el blog A la Contra:

La reserva de la biosfera de Urdaibai acoge este fin de semana, desde este jueves 28 hasta el sábado 30 de julio, la segunda edición del Festival de Música de Mundaka cuya legalidad está seriamente cuestionada. Se celebra en un acantilado, en la llamada área de Santa Catalina, calificada de especial protección, por lo que debe contar con el visto bueno del Patronato de Urdaibai, el órgano rector de Urdaibai que es competente en cualquier actuación fuera de zonas urbanas.

La primera edición, en 2015, se celebró sin ningún permiso. Los organizadores, la asociación privada Emankor Sarea, pidió dos semanas antes del festival una consulta al Patronato de Urdaibai. Un informe técnico del Patronato concluyó que el festival cumpliría la ley “siempre y cuando las instalaciones”  tuvieran un “carácter no permanente, de titularidad pública y estén destinadas al uso del público de naturaleza recreativa y de esparcimiento”. Los promotores eran privados y no había uso público, puesto que había que pagar la entrada. De hecho los accesos incluso por mar estaban cerrados. Con ese informe, los organizadores no hicieron más trámites y el festival se celebró sin la preceptiva licencia del Patronato de Urdaibai.

Este año, se solicita por vez primera el permiso para la celebración del festival al Patronato de Urdaibai. La petición la tramita el Ayuntamiento de Mundaka en marzo pasado y el informe técnico del Patronato, difundido por El Correo  el pasado 7 de mayo (Un informe técnico del Patronato pone en riesgo el festival de música de Mundaka) concluyó que el festival “no se adapta” a la ley de Urdaibai, al incumplir el artículo 89, debido a que las instalaciones “no presentan un carácter de titularidad pública”.

La difusión del documento causó un revuelo mayúsculo y, como suele pasar a menudo, las instituciones clamaron por la manera en que se había difundido el informe y no su contenido. El Departamento de Medio Ambiente del Gobierno vasco, del que depende el Patronato de Urdaibai, aseguró que era un informe “interno” y todavía “abierto” que debía ser validado. En lo que se anticipaba ya como una desautorización a sus propios técnicos, un portavoz añadía que la empresa podía presentar alegaciones justificando “que las instalaciones son públicas”. Los organizadores aludieron al “respaldo” de las instituciones públicas para soslayar la exigencia de la titularidad pública de las instalaciones. Mientras las entradas, entre 30 y 70 euros por jornada, se llevaban vendiendo desde meses atrás pese a no disponer del permiso de Urdaibai.

La asociación ecologista Zain Dezagun Urdaibai (Cuidemos Urdaibai), que el pasado año ya advirtió del incumplimiento de la ley de la reserva de la biosfera, presentó un escrito al Patronato en mayo en el que aludía a seis ilegalidades: el incumplimiento de la ley de Urdaibai porque en los terrenos del festival solo se permiten “usos recreativos que no precisen licencia ni autorización alguna”; se trata de una zona ZEC (Zonas de Especial Conservación),  incumple la ley de Costas, forma parte del Catálogo de Paisajes Singulares y Sobresalientes de Euskadi, es necesario un informe sobre protección arqueológica y que se incumpliría la ley de contaminación acústica.

La “solución” para obviar la ley de Urdaibai ha sido que no haya informe del Patronato sino un convenio entre el Ayuntamiento de Mundaka y los organizadores, en el que el consistorio subroga las instalaciones y así se salva su naturaleza privada. Lo llamativo es que el convenio recoge que el Ayuntamiento suministra la electricidad, agua, recogida residuos e incluso seguridad policial a los organizadores sin cobrar ninguna tasa por ello. Todo lo contrario con cualquier actividad recreativa como son las barracas. Y además cede, también sin costes, el polideportivo municipal ubicado junto al área, “quedando cerrado el polideportivo para uso exclusivo de Emankor durante los días del concierto”. Los vecinos de Mundaka se quedan tres días sin la instalación municipal y sin acceso a un área muy transitada como en Santa Catalina. Todo ello en uno de los municipios vascos más endeudados: desde 2013 funciona con un plan de ajuste que le ha obligado a subir las tasas un 3%. En el festival se renuncia a cobrarlas y el evento supone gastos adicionales para el municipio. Llamativo.

La Diputación vizcaína, que apoya también el evento, y el Ayuntamiento de Mundaka han justificado su respaldo como una manera de impulsar el turismo de la localidad. Y el evento se completa con actividades gastronómicas en el municipio. Pero no parece comprensible saltarse la ley de Urdaibai (tan estricta como lo saben los baserritarras de los 22 municipios de la reserva cuando quieren hacer una simple caseta de aperos) y adoptar un convenio “ad hoc” para defender una actividad que es privada. Eximiéndole de cualquier pago al municipio e incluso costeándole servicios básicos. En la edición del pasado año, los hosteleros de Mundaka se quejaron amargamente al constatar que el festival apenas había tenido repercusión en sus negocios. Porque los asistentes no pueden salir una vez en el recinto y deben consumir comida y bebida (a elevados precios) en la zona cerrada del evento. Es un festival con, al menos, demasiados claroscuros.





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