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viernes, 13 de enero de 2017

Financiando el Revisionismo

Catorce años ha cobrado del erario público el vividor José María Juarranz, un supuesto catedrático que en víspera de la conmemoración del 80 aniversario del brutal bombardeo a Gernika ha salido de su guarida para hacer la tarea sucia del régimen español: negar que el hito fuese la inspiración del Guernica de Picasso.

De paso, el tipo se despacha diciendo que Picasso, por ser español suponemos, no tenía nada de comunista y sí mucho de oportunista, pues según Juarranz, se le ocurrió llamar al cuadro por el nombre que es conocido tras escuchar a "un vasco" decirlo.

Mata pues dos pájaro de un tiro, para beneplácito de los que insisten en que a Gernika la quemaron los rojos.

Lean ustedes esta bonita pieza de propaganda revisionista cortesía de El País:


José María Juarranz sostiene que el mural de Picasso admite una lectura autobiográfica

Vicente Verdú

La tesis de José María Juarranz, viejo catedrático de Instituto e investigador, es que “el Guernica constituye una autobiografía de Picasso, sin nada que ver con el bombardeo de la ciudad vasca ni con la guerra.

Catorce años ha dedicado este estudioso, becado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y autor de cuatro libros publicados por Akal, a demostrar que Picasso nunca deseó realizar una obra política.

Guernica fue bombardeada el 26 de abril de 1937 y el 1 de mayo hubo una gran manifestación en París. Picasso, entretanto, se hallaba en Tremblay-sur Mauldre donde pasaba los fines de semana con Marie Thèrése Walter y su hija Maya. En ese mismo día y el siguiente realizó los estudios preparatorios presentes hasta el fin de la obra y que, según Juarranz en absoluto permiten relacionarlos con la contienda. Y sería esto así porque las alusiones a toro, caballo, mujer de la lámpara y guerrero se hallan relacionados con su vida personal (él es el toro; el caballo, el otro sexo). “Yo pinto exactamente igual, a como otras personas que escriben su autobiografía”. “Si quiero pintar la guerra, pintaré un arco y una flecha. O una ametralladora”.

Ni Picasso era comunista ni estaba involucrado en ideologías partidistas. Unas fotografías de su pareja, Dora Maar, muestran los primeros bocetos y el abandono de elementos, como el puño en alto, que pudieran valer políticamente.

Representantes del gobierno español presidido por Largo Caballero, que había nombrado a Picasso director del Museo del Prado en 1936, le encargaron esta obra para el pabellón español en la Exposición Universal de París de 1937. Como consecuencia, alquiló el famoso estudio de Grands Augustins donde cupiera un lienzo de 3,50x8 metros.

Empezó ensayando con el tema del pintor y su modelo pero lo descartó y el asunto definitivo vendría a ser, “una síntesis de su vida y de su obra”. “En el Guernica –continúa Juarranz- se plasman momentos clave de su vida. El terremoto de Andalucía de 1884, el episodio de su divorcio con Olga Koklova, la grave enfermedad de su amante Marie Thérèse o el difícil nacimiento de Maya”.

El nombre de “Guernica” provendría de la exclamación que uno de los nacionalistas vascos hizo al visitar su estudio en mayo de 1937 y de su amigo comunista Paul Eluard, autor del poema La Victoria de Guernica. Picasso vio en ello una denominación oportuna, tan potente como comercial. Aunque todavía insistirá: “El Guernica no es una obra de propaganda”. Sí era, como en los 80 años que se conmemoran ahora, una tonante insignia antifascista.

Pero hay todavía más. Numerosos documentos y pruebas gráficas consignan que Picasso “nunca quiso explicar el Guernica” y el desafío de este manuscrito, de casi 400 páginas, consiste en el reto investigador de procurarle su verdadero significado.






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