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viernes, 20 de enero de 2017

¿Pisó Urkullu un Santo Callo?

Vaya, pareciera ser que El Aburrido, de tan aburrido, ha decidido pisar callos en donde no se debe.

¿Será que la nocturnidad con la que actuó tenga algo que ver con el caso del abuso sexual infantil en el que está involucrada la iglesia vasca?

¿Trató Urkullu el tema de la embestida fundamentalista por parte del Centro Jurídico Tomás Moro en contra de la asociación civil Chrysallis EH?

¿No enciende alarmas la actitud de COVITE con respecto a la posibilidad de un proceso de paz, reconciliación y convivencia entre los integrantes de la premiada Comunidad de San Egidio? ¿Por qué son tan comprensivos con COVITE los obispos de Gasteiz, Bilbo y Donostia?

¿Qué opina Pietro Parolin con respecto a la saga de Begoña Huarte y Mikel Zuluaga en defensa de los refugiados agolpados a las puertas de la Inmaculada Fortaleza Europea?

Esto definitivamente va a dar para más, pero por el momento, les dejamos con la información publicada en el Diario Vasco:


Urkullu preparó la reunión con el 'número dos' de la Santa Sede de espaldas a la Iglesia vasca

Darío Menor

La audiencia que mantuvo Iñigo Urkullu el pasado viernes en el Palacio Apostólico del Vaticano con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal italiano Pietro Parolin, se preparó de espaldas a la jerarquía eclesiástica vasca, que en ningún momento fue informada por la Lehendakaritza de que se había solicitado un encuentro con el primer colaborador del Papa Francisco. El lehendakari prefirió en cambio gestionar la cita a través del arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Ricardo Blázquez, antiguo obispo de Bilbao, quien trasladó la petición al nuncio apostólico en Madrid, el arzobispo italiano Renzo Fratini.

Urkullu hablará de lo que se trató en esta significativa audiencia a posteriori pues, según confirmaron fuentes de Ajuria Enea, está preparando una reunión en las próximas semanas con los tres titulares de las diócesis de Euskadi: Mario Iceta, Juan Ignacio Munilla y Juan Carlos Elizalde, obispos de Bilbao, San Sebastián y Vitoria, respectivamente. El encuentro está convocado en principio para que Urkullu les cuente las experiencias de acogida a los refugiados que conoció en Roma puestas en marcha por la Comunidad de San Egidio, el movimiento de laicos galardonado por su Gobierno con el premio René Cassin 2016 de Derechos Humanos. El tema principal de la cita, en cambio, será la audiencia que mantuvo con Parolin.

Lo mismo ocurrió con el propio viaje de Urkullu a Italia: en teoría estaba motivado por los refugiados, pero en el último momento se informó de que iba a tener lugar un encuentro con el 'número dos' de la jerarquía vaticana. Aquella conversación en el Palacio Apostólico podría tener repercusiones significativas para la política vasca que se verán en unas semanas, según comenta una fuente. Además de responder a numerosas preguntas de Parolin, Urkullu le expuso los detalles del Plan de Convivencia y Derechos Humanos impulsado por su Gobierno, deteniéndose en las iniciativas para lograr el desarme de ETA o su postura respecto al acercamiento de presos. También invitó a la Santa Sede a que colaborase para consolidar una convivencia «en paz, justa y duradera» lo que, según Ajuria Enea, no significa que le pidiera al secretario de Estado que mediara para conseguir trasladar a reos etarras a cárceles cercanas a Euskadi.

El drama de los refugiados

En la jerarquía eclesiástica vasca ha causado sorpresa la forma con que se ha gestionado la audiencia entre Urkullu y Parolin, pues se tuvo noticia de ella de forma casi tangencial y solo dos semanas antes de que se celebrara. El lehendakari, que explicó su visita en la necesidad de afrontar el drama de los refugiados, viajó acompañado por Jonan Fernández, el secretario de Paz y Convivencia del Ejecutivo de Vitoria, cuyas funciones abarcan diversos ámbitos de los derechos humanos. Fuentes de la Iglesia vasca comprenden que la cita haya sentado mal al Colectivo de Víctimas del Terrorismo de Euskadi (Covite), que envió sendas cartas de protesta al ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, y al embajador español en la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga.

En las misivas emitidas por Covite aseguran que el Plan de Convivencia y Derechos Humanos del Gobierno Vasco «se sustenta sobre la teoría del conflicto, esa que sostiene que ETA y el Estado fueron dos agentes que ejercieron la violencia ilegítima de forma sistemática». También considera esta asociación que «facilitar encuentros» en los que se promueva la citada «teoría del conflicto» supondría una «humillación a las víctimas del terrorismo» al tiempo que mostraría «una alarmante contradicción» en el Gobierno de España.

Por su parte, el Gabinete de Mariano Rajoy solo tuvo constancia de la cita entre el lehendakari y el secretario de Estado de la Santa Sede en el último momento, pero no la bloqueó ni marcó tampoco a Lehendakaritza líneas rojas que no debían ser tratadas en la audiencia con Parolin.

Se aseguró, eso sí, de que en la reunión participara el embajador, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, ante la Santa Sede. Nadie niega que en todo este proceso ha estado muy presente el sensible momento por el que atraviesan las relaciones entre los Ejecutivos central y vasco, marcadas por las necesidades del PP y del PNV por aprobar los presupuestos de sus respectivos gobiernos.






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