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jueves, 9 de febrero de 2017

Un Respiro para Sara e Izar

Una buena noticia para Izar y Sara en medio de tanta miseria humana que se han despachado desde Madrid con respecto la actitud del regimen al asunto del bombardeo de Gernika y también con el candente tema del cheque en blanco que se ha extendido a Rajoy con respecto al tema de la reapertura de Garoña.

Les invitamos a leer esta editorial publicada en Gara:


La decisión del Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria de que Sara Majarenas pueda pertenecer en el hospital La Fe de Valencia las 24 horas del día junto a su hija Izar no es una solución definitiva, pero sí una buena noticia transitoria. Buena noticia sobre todo, y esto es lo más relevante por no decir lo único, para la pequeña, víctima de un hecho muy grave con repercusiones físicas y también sicológicas que hace imprescindible la ayuda de su madre, la persona con la que ha convivido en una celda desde que nació hasta la actualidad, con los lazos especialmente intensos que ello crea. Y buena noticia también para la prisionera, víctima igualmente de esa agresión machista y además de una política carcelaria que le impide la libertad condicional y la mantiene lejos de su casa.

Pero la decisión también guarda una pequeña buena nueva para una mayoría social vasca que lleva años reivindicando los derechos humanos de todas las personas presas. El auto del juez José Luis de Castro alude expresamente al «principio de humanidad», si bien lo acota acto seguido a «un acontecimiento extraordinario» como es el padecido por Izar, «que excede de las circunstancias que pudieran derivarse de una enfermedad». En paralelo, resulta destacable que en este caso haya imperado el criterio médico, que obviamente establece que la niña tiene que estar con su madre para una evolución positiva, sobre el criterio político que es norma habitual en el ámbito de la Vigilancia Penitenciaria.

En coherencia, este auto debiera tener dos desarrollos posteriores. En este caso concreto, que una vez recibida el alta médica Izar se recupere en libertad junto a su madre; nadie entendería que vuelva a ser separadas, menos aún cuando Majarenas supera sobradamente los tres cuartos de condena. Y, por otro lado, que manteniendo la primacía del criterio médico sobre el político vuelvan a sus casas una veintena de presos vascos con enfermedades graves, cuya situación solo puede empeorar si siguen entre rejas. Por humanidad, por legalidad y por sentido común.






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