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domingo, 3 de diciembre de 2017

Recuento Literario del DDR de ETA

El desarme que dos estados, por siempre marcados por la historia por su inclinación colonialista y genocida, quisieron evitar a toda costa.

El desarme que terminó por exponer al mundo toda la inmundicia de un régimen al que se le han condonado crímenes de lesa humanidad y actos de terrorismo de estado en nombre de la sacrosanta cruzada occidental en contra del comunismo.

El desarme que es parte de una apuesta por la paz de un pueblo decidido a ejercer el derecho a su autodeterminación.

El desarme que muestra la honorabilidad y congruencia de una organización antifascista que continuó la lucha cuando muchos otros, con mejores oportunidades, ya habían sucumbido, muchas veces bajo el peso de su propia inoperancia ideológica y filosófica.

El desarme que desnudó a un continente que se jacta de ser el faro que alumbra al mundo entero en lo que respecta a la defensa de los derechos humanos.

El desarme que es tan solo uno de los componentes de un proceso de Desarme, Desmovilización y Reintegración, modelo de resolución de conflictos auspiciado por la propia ONU.


Por medio de Gara les traemos esta reseña acerca del libro de Iñaki Egaña que aborda este importante proceso, único en la historia reciente:
 

El pasado 8 de abril, casi dos centenares de artesanos de la paz se distribuían ante ocho zulos de ETA para dar fe del depósito del armamento que la organización vasca había transferido a la sociedad civil, en una iniciativa insólita según los estándares internacionales con la que daba por concluido su proceso de desarme.

«Tomamos las armas por el Pueblo Vasco y ahora las dejamos en sus manos, para seguir dando pasos al objeto de lograr la paz y la libertad en nuestro pueblo», había explicado un día antes la que ya se presentaba ante el mundo como «organización desarmada».

Miles de personas conmemoraron en Baiona la culminación exitosa de un complicado proceso que se había iniciado años atrás y cuyos entresijos verán en breve la luz a través del libro "El desarme. La vía vasca", un proyecto conjunto de GARA Mediabask y la editorial Txalaparta.

El trabajo es fruto de una exhaustiva investigación del proceso de desarme de ETA desde su decisión de poner fin al ciclo de la lucha armada en octubre de 2011 hasta la culminación de la entrega de sus últimos arsenales a la sociedad civil en abril de 2017.

El autor del libro es el escritor Iñaki Egaña, que ha contado en esta ocasión con la colaboración de destacadas firmas, como el director de Naiz Iñaki Altuna, los periodistas de GARA Arantxa Manterola, Ramón Sola e Iñaki Iriondo, la redactora de Mediabask Goizeder Taberna, y el periodista vasco del medio parisino Mediapart Antton Rouget.

El libro verá la luz a comienzos del próximo año y se presentará en tres versiones: euskara, castellano y francés. A lo largo de trescientas páginas se relatan los acontecimientos que culminaron en Baiona, desde el cese de la lucha armada y la mediación internacional, a la delegación de ETA en Noruega, las hojas de ruta, el sellado e inventario del armamento, los intentos de bloqueo, los acontecimientos de Luhuso y la transferencia definitiva del arsenal a la sociedad civil en un proceso unilateral.

El trabajo, que desvelará detalles y aspectos hasta ahora desconocidos, cuenta con el testimonio de más de una veintena de los principales agentes políticos y sociales (artesanos de la paz, agentes internacionales, responsables gubernamentales, interlocutores de la organización armada...) y numerosos documentos inéditos y confidenciales.

El volumen llegará a las librerías a un precio de 22,50 euros, pero las personas interesadas en reservar con antelación un ejemplar podrán hacerlo al precio especial de suscriptores y socios,18,00 euros, en los stands de GARA y Txalaparta en la Feria de Durango, o en el enlace habilitado por Mediabask (mediabask.naiz.eus).

Adelanto del libro

“El desarme. La vía vasca”

Capítulo 33: El informe final

Uno de los puntos de interés de la jornada del desarme fue, sin duda, la plaza Paul Bert de Baiona, donde se reunieron miles de personas para conmemorar el día. Nadie se percató entonces de la curiosa coincidencia de que la plazoleta situada justo al lado se llama Plaza del Arsenal.

La culminación del acto del 8 de abril tuvo, además, ocho puntos de interés bien concretos: los zulos, donde estaba el verdadero arsenal de ETA. En ellos la organización había depositado todo su armamento, fruto de años, algunos incluso de décadas, de compras al por menor y al por mayor, de movimientos en el mercado negro y de confección en talleres propios. En total, unas tres toneladas y media de material, entre armas cortas y largas, y material explosivo, ya confeccionado el menos, para prepararlo la mayoría. Seis de los zulos estaban ya inventariados en el proceso de sellado de ETA; no así dos, el de Senpere y el de Araujuzon. Diversos medios como “Naiz”, “Berria” o “La Razón” publicaron en sus ediciones digitales las 80 páginas que sumaban los inventarios de cada zulo.

Tras la jornada del día 8, ETA elaboró un informe final que envió a algunos de los agentes implicados. En ese dossier se recogía un detallado inventario de todo ese material, en tres documentos inéditos que se reproducen públicamente por primera vez al final de este libro.

Recapitulando y sintetizando los inventarios del material sellado, habría que recoger tres grandes partidas, dos de ellas incautadas por la actuación policial en sendas casas, y una tercera que llegó a buen puerto el 8 de abril. La primera fue la de los diez lotes numerados del ZM-01/2014 al ZM-10/2014, que fueron descubiertos por la Policía francesa en Luhuso en diciembre de 2016, entre ellos el de la grabación en vídeo de febrero de 2014 con los representantes de la CIV. Ya en su día ETA los dio a conocer y también los medios de comunicación españoles, con alguna pequeña diferencia en los pesajes. La descripción ZM era la sigla de Zigilatutako Materiala en euskera: Material Sellado.

La segunda correspondía al armamento trasladado en el primer semestre de 2015 a Biarritz para efectuar su inventario y sellado, y que fue numerada como ZM-11/2015. Las fuerzas policiales desbarataron la operación de precinto el 28 de mayo de 2015 y se incautaron de ese material que nunca fue hecho público sino de forma general por los medios de comunicación españoles. ETA, sin embargo, hizo llegar el inventario de lo apresado a la Comisión Internacional de Verificación (CIV).

Y la tercera se refería a las armas y explosivos entregados a los artesanos el 8 de abril. Estaba numerada con las denominaciones del ZM-BM01 al ZM-BM41/2016. Era el material de los seis zulos citados.

Luego quedaban los depósitos de Senpere y Araujuzon más una cantidad importante de nitrato de amonio que ETA destruyó en dos tandas tiempo atrás en operaciones de las que ya informó a la CIV, que no las hizo públicas al no poder ser verificadas. Según manifestó la organización vasca a la Comisión de Verificación, esta destrucción se realizó por cuestiones técnicas, relacionadas con problemas para su traslado y almacenamiento. Por tanto, el material del que realmente se deshizo ETA en el conjunto del proceso rondaría las seis toneladas de peso.

En el zulo de Senpere se concentró abundante material en distintas bolsas, y en el de Araujuzon, en cuatro bidones. ETA facilitó sendos inventarios de estos depósitos el mismo día 8 de manera general. Fueron los difundidos por los propios artesanos y reproducidos en algunos medios de comunicación. Con posterioridad, en el citado informe final, los inventarios de estos dos lotes, preparados previamente al desarme, eran presentados de forma exhaustiva y oficial, aunque tampoco en estos casos podían ser tan exactos como el del material inventariado en el proceso de sellado. Aun así son documentos veraces, como lo atestiguaban las comprobaciones de las fuerzas policiales francesas que así se lo comunicaron a los artesanos.

Los medios de comunicación españoles trataron de generar confusión sobre este tema al publicar en los primeros momentos noticias que destacaban que el material no coincidía con los inventarios, para difundir la idea de que ETA podía haberse quedado con material. Sin embargo, el hecho de que, en su primera valoración de ese mismo día, el ministro del Interior francés valorara satisfactoriamente el desarme restó recorrido al intento intoxicador. A los pocos días, el artesano de la paz Txetx Etcheverry declaraba que, según la información que les hacían llegar las autoridades francesas, no había ninguna disfunción de ese tipo. Posteriormente, estas especulaciones se detenían, pese a que algún periodista español se ha quedado encasquillado con la cantinela de que no todo el armamento bajo control fue entregado a los artesanos.

El peligro residía en que se pusiera en duda que el desarme era incontestable. Era uno de los criterios de obligado cumplimiento que había fijado ETA en verano de 2016, cuando intentaba el desarme con París y se iba abriendo la vía de la sociedad civil. En sus valoraciones recogidas en documentos internos, ETA evaluaba con posterioridad ese conato en los medios españoles por crear confusión. Advertía que el Gobierno de Lakua había tenido la tentación de comprar «esa mercancía». Al parecer, en los contactos entre distintas fuerzas políticas en los días posteriores, dirigentes jelkides mostraban su preocupación por un posible descuadre, basado precisamente en las intoxicaciones periodísticas procedentes de la Guardia Civil, y eso había llegado a oídos de ETA. El peligro era evidente si desde el Gobierno vasco o el PNV se comenzaba a poner en cuestión, aunque fuera mínimamente, el desarme. Con las intervenciones de las autoridades francesas y los artesanos, el peligro remitió.

Aunque advertía de que no se podía descartar que en el futuro se produjeran nuevos intentos similares para crear dudas sobre el desarme, ETA informaba a su militancia de que la organización había recibido ya la felicitación de importantes agentes internacionales. Según testimonios recabados en prisión, militantes presos que habían ostentado años atrás relevantes responsabilidades en los aparatos logístico y militar enviaron su enhorabuena a la dirección de la organización. Algunos ya lo habían hecho después de Luhuso. No solo por motivos políticos, sino también técnicos: nadie mejor que ellos sabía lo que costaba realizar operativos de semejante envergadura. A pesar del balance general, en la documentación y valoraciones de ETA se reconoce entre líneas que habían vivido situaciones ciertamente apuradas, cuando, por ejemplo, evalúa el proceso de desarme también como un modo de salir de «situaciones de ahogo».

Los zulos del material inventariado estaban construidos ad hoc para el proceso de sellado. El armamento expuesto en la jornada del desarme fue precintado entre 2015 y 2016. El de 2014 fue el llevado a la casa de Béatrice Molle-Haran, en Luhuso. En Senpere no había zulo, pues el material fue depositado esa misma madrugada, y el de Araujuzon debía ser más antiguo, y al que los militantes de ETA no habrían acudido en el curso del sellado. Se entiende que las circunstancias en las que se produjo dicho proceso, con fuerte presión policial, lo impidieron, hasta que al final ETA decidió pasarlo directamente a la fase de desarme. En este depósito había cuatro bidones.

Dentro de uno de los bidones fue introducida una mochila negra. En el zulo había numeroso cordón detonante, materiales químicos para la preparación de explosivo, además de cinco kilogramos de pentrita, varias lapas y algún que otro objeto que llamó la atención, como un chaleco de gendarme.

En los zulos hubo otras curiosidades, entre ellas una pistola automática de la marca Gregorio Bolumburu, modelo Ruby. Esta pistola había comenzado a fabricarse en Eibar y Gernika en 1915 y la utilizaron diversos cuerpos policiales franceses hasta 1950. Una pieza peculiar, una joya de museo.

Mediante el informe final, la CIV tuvo también noticias de la más que probable existencia de material «perdido o no localizado». Se entendía como «perdido» aquel de cuya existencia no se tenía constancia alguna. El informe ponía como ejemplo el importante arsenal encontrado en febrero de 2012 a raíz de unas obras en una vivienda en la localidad landesa de Capbreton, donde aparecieron sorpresivamente 80 subfusiles, 20 pistolas y munición, según recogió la prensa en su día. ETA no sabía de su existencia. Depósitos que ETA fue construyendo a lo largo de sus casi sesenta años de historia y que, por una u otra razón, habían desaparecido de las listas que manejaba la organización. Entre ellos, uno que apareció en 2011 y fue descubierto por la Ertzaintza en Artxanda, en las cercanías de Bilbo, y que a decir de los medios «pertenecía al Paleolítico de ETA».

El material «no localizado» era aquel sobre el que se tenía «algún rastro o pista», en todo caso de carácter «residual», que se comprometía a buscar.

ETA realizaba una mención expresa a las pistolas y revólveres sustraídos en octubre de 2006 en una fábrica en la localidad francesa de Vauvert. Sin duda, sabía de la importancia de este lote, que se cifró en los medios en 350 armas cuando se produjo el robo. Las autoridades francesas habían manifestado en más de una ocasión a los facilitadores internacionales la importancia que daban a esas armas. La organización ya desarmada indicaba que no podía certificar el número de estas pistolas que no habían aparecido, al tiempo que aludía al baile de cifras en los medios de comunicación, y añadía que no podía saber cuántas se encontraban perdidas al no saber tampoco cuántas habían sido recuperadas durante estos años por las fuerzas policiales. Mencionaba el caso del depósito de Oise, “levantado” en octubre 2016, y sobre el que también detectaba ese baile de cifras. En todo caso, sentenciaba: «ETA no tiene conocimiento de la existencia de ningún otro depósito que guarde un número significativo de estas armas. Si lo hubiese, ETA no tiene ninguna constancia de ello».

En su informe final, ETA redactó un capítulo bajo el epígrafe «incidentes». El más destacado era el ya citado del zulo que apareció vaciado: «En el proceso de sellado, los equipos encargados de recuperar el material de la organización encontraron un depósito vaciado. Este hecho se produjo a lo largo de 2015. El depósito había sido habilitado en los primeros años de esta década, y lo único que encontraron nuestros equipos al acudir a recuperar el material fue el plástico utilizado para proteger los bidones tapando el depósito, sujeto con piedras. ETA realizó una investigación para poder determinar qué podía haber pasado con ese material. Descartamos que la pérdida se deba a problemas internos de la organización. No podemos descartar ninguna otra hipótesis, incluida la de que la desaparición de ese material se deba a una operación encubierta de servicios secretos o policiales. ETA valoró seriamente denunciar el hecho públicamente, pero, finalmente, prefirió depositar la información en manos de la CIV».

El segundo incidente de vaciado de un zulo que presumiblemente debía contener algún armamento causó mayores dudas a los técnicos de ETA, según transmitieron a la CIV, por la antigüedad del depósito, de varias décadas atrás, y al que no se acudía desde hacía mucho tiempo. Ello puso en cuestión la información manejada inicialmente. Con todo, en el informe ETA daba el material como «no localizado» e informaba de que tenía abierta una investigación al respecto.

El apartado de conclusiones del documento, firmado por el Comité Ejecutivo de ETA y datado con fecha del 10 de mayo de 2017, condensaba el alcance del desarme con un contundente «ha sido completo».

Los ecos del desarme y su vertiente técnica llegarían a lugares muy significativos. El Foro de Oslo se inauguraba el 13 de junio. Decenas de mediadores en conflictos de todo el mundo se reunían con el proceso paz de Colombia como referencia. Participaron la canciller colombiana, María Ángela Holguín, y el líder de las FARC, Rodrigo Londoño, Timochenko, y ambos reconocieron las dificultades de aquel proceso de paz debido al reto de poner en práctica un acuerdo tan complejo. En los corrillos de los mediadores, uno de los temas más comentados fue el desarme de ETA y su singularidad. Tampoco pasó desapercibida la cuestión técnica, el volumen del arsenal, 3,5 toneladas de armas y explosivos en medio de Europa.






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