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domingo, 4 de febrero de 2018

Baiona, el Waterloo del Bulo Transicional

Hace mucho que el asunto de la modélica transición es considerado un bulo por parte de gran parte de la ciudadanía vasca. Por su parte, los catalanes lo entendieron muy bien durante la jornada del 1° de octubre de 2017 así como las semanas y meses posteriores.

Pero ha sido en una localidad de Iparralde en donde, según nos informan, por fin ha quedado reducido a escombros.

Lean ustedes este artículo de Gara:


El conflicto de España con la verdad oculta de la violencia franquista y posfranquista es tan grande que el Fiscal del TC Manuel Miranda admitió llevar tres meses meditando su intervención de cinco minutos. Paco Etxeberria recordó que a ese TC acaba de apelarse para evitar un estudio de la tortura en Nafarroa.

Ramón Sola

En el intermedio de la intensa sesión de debate ayer en la Universidad de Baiona se proyectó una secuencia de la Comisión de la Verdad en Sudáfrica para subrayar los efectos políticos y reflejar la catarsis humana que supuso. La jornada analizaba si es posible y conveniente algo similar que repare «las vulneraciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra Civil, el franquismo y el conflicto vasco». Dos cosas llamaban la atención de antemano: que el debate se planteara fuera –aunque cerca– del Estado español y que se estableciera una continuidad entre violencias, desde las cunetas de 1936 a la que se perpetra hoy mismo contra presos y familiares, citada varias veces.

Al contrario de lo que a buen seguro hubiera ocurrido en el Estado español, nadie puso en cuestión que haya un hilo común, ni negó que las violencias estatales disfruten de impunidad casi total. Y también hubo alta coincidencia en que resulta inverosímil una Comisión de la Verdad española.

La voz más categórica, por venir de las entrañas del sistema, fue la del fiscal del Tribunal Constitucional Manuel Miranda, que dejó muchas perlas en un par de intervenciones breves. Primero instó a «ser realistas, queridos. No hay movilización civil, no hay consenso para ello en el movimiento memorialista, mucho menos hay voluntad política…» Añadió que para materializar esa Comisión «primero tendríamos que deconstruir el mito de que la transición es modélica, ¡no es verdad! No estoy cuestionando la transición, pero fue lo que fue, no otra cosa; lo que cuestiono es el relato». Esa falsedad ya había sido desmontada por la profesora de la Universidad de Bourgogne Sophie Baby en la primera intervención de la mañana, con profusión de datos, entre ellos los 170 muertos por la Policía española y la Guardia Civil en el conjunto del Estado desde los años 70 o los 4.113 casos de tortura en la CAV referidos en el informe oficial reciente.

En su último turno volvió a sincerarse Miranda: «Para una Comisión de la Verdad habría que esperar un cambio de contexto... pero igual no llega nunca. Quiero ser honesto con las víctimas y me preocupa no cumplir sus expectativas si les decimos eso». Para entonces ya había quedado claro que el fiscal, al que se supone función de acusador, había acudido disfrazado de mero analista. Porque como recordó el forense Paco Etxeberria, sentado a dos sillas de Miranda, el TC es parte del problema; a él ha recurrido esta semana el Gobierno español para dejar al equipo del Instituto Vasco de Criminología sin la ayuda del Ejecutivo navarro para investigar la tortura.

«Hay una preocupación monstruosa por que todo eso no se conozca», constató Etxeberria. Más dolido aún se mostró por las críticas a su informe de la CAV formuladas desde partidos «que en su día fueron perseguidos y apaleados» o desde «jueces amigos» que le replican que la única verdad asumible sobre la tortura es la verdad judicial, es decir, 20 condenas sobre 4.113 casos en su estudio.

Su intervención fue apabullante a la par que emotiva. Recordó Etxeberria con vehemencia que «hay militantes de ETA a cuyas madres se impidió ver su cuerpo, se cerró la tapa hasta hoy, y eso no pasa en otras partes del mundo». Y concluyó que no verá una Comisión de la Verdad en el Estado español («es imposible»), pero quizás sí se puedan seguir haciendo cosas en Euskal Herria. Citó la experiencia de la comisión sobre la matanza del 3 de Marzo cuyas conclusiones asumen el Ayuntamiento de Gasteiz y la Diputación de Araba. Muy distintas, sobra decirlo, a las judiciales.

Víctimas, de 1936 a 2000

Antes que los expertos hablaron víctimas de diferentes violencias, y fue ahí donde los universitarios asistentes se mostraron ojipláticos y aplaudieron a rabiar. Primero a Petri Sanabria, extremeña que detalló con qué brutalidad y ensañamiento le mataron a dos abuelos y un tío en 1936. Luego a Carlos Escartín, oscense, torturado en 1975 por la Policía franquista por su militancia en el FRAP: «Estuve a punto de suicidarme dos veces en la comisaría de Zaragoza». Después a Axun Lasa, también torturada pero que ayer se centró en el calvario de la desaparición de su hermano Joxean y Joxi Zabala durante doce años, y el vergonzoso epílogo de las cargas contra la familia en el cementerio de Tolosa. Y por último a Maixabel Lasa, que narró cómo ETA mató a su marido Juan María Jáuregui en 2000: «Tras declarar en el juicio Lasa-Zabala, me había dicho ‘no sé si me va a matar ETA o Galindo’».

Reflexiones

«Duele que jueces amigos te digan que solo vale lo que está condenado» Paco Etxeberria | Forense

«La transición fue lo que fue; yo no la cuestiono, pero sí el relato que se hace» Manuel Miranda | Fiscal del TC español

«Se nos reconoce ‘víctimas de abuso’ pero lo somos de ‘terrorismo’, el del Estado» Axun Lasa | Hermana de Joxean Lasa

«Los políticos son incapaces de hacer algo tan fructífero como Glencree» Maixabel Lasa | Viuda de Juan María Jáuregui






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