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sábado, 3 de febrero de 2018

Los 4 Socialistas de Agirre

Usted no lo va a creer, pero hubo un tiempo en que los afiliados vascos al PSOE se encontraban cómodos allí porque dicho partido era efectivamente socialista y decididamente obrero mientras que lo de español era más ornamental que otra cosa.

Esa fue la razón por la que cuatro de ellos terminaron integrándose al primer gobierno vasco de la era contemporánea, el forjado por el PNV de José Antonio Aguirre en los albores del levantamiento fascista en contra de la Segunda República, esa sí muy española.

Hoy, les compartimos este reportaje dado a conocer en El Diario para que puedan percibir claramente la deriva tanto del PNV como del PSOE, meros remedos de los que fueran algún día.

Afortunadamente su gesta es rescatada por la UGT, porque es obvio que los sociatas al estilo Sr. X y ZP preferirían que no hubiera rastro visible de ese pasado.

Lean ustedes:


UGT homenajea con un libro a los cuatro sindicalistas que acompañaron a Aguirre en el primer Gobierno de Euzkadi: Santiago Aznar, Juan Gracia, Juan de los Toyos y Alfredo Espinosa

Alba Díaz de Sarralde

Hace 82 años -y en plena Guerra Civil- Euskadi, entonces escrito con 'zeta', dio su primer paso como realidad jurídico-política. En octubre de 1936,  José Antonio Aguirre tomó el cargo de lehendakari tras la aprobación del primer Estatuto. Once hombres -y ninguna mujer- de seis partidos diferentes unieron fuerzas en un acuerdo histórico. Cuatro de ellos eran militantes de la UGT y dejaron la huella del movimiento obrero en la gestación de un nuevo autogobierno: Juan de los Toyos, Santiago Aznar, Juan Gracia y Alfredo Espinosa.

Raúl Arza, el actual secretario general del sindicato en Euskadi y presidente también de la fundación en memoria de uno de esos políticos, Juan de los Toyos, y la consejera socialista del Gobierno vasco, María Jesús San José, intervendrán el próximo 13 de febrero en la presentación del libro 'Cuatro consejeros de la UGT en el primer Gobierno Vasco'. El acto tendrá lugar en la sede del Instituto de la Memoria (Gogora) en Bilbao.

"Garantizar y respetar los derechos individuales y sociales de todos los ciudadanos vascos", "impulsar una política de corte social" o "fomentar las cooperativas" fueron algunos de los principios de las políticas de este primer Gobierno vasco en el que cuatro ugetistas de larga trayectoria en el movimiento obrero tomaron parte. La idiosincrasia de aquel Ejecutivo liderado por el dirigente del PNV también quedó marcado por la presencia de más fuerzas políticas que coincidían en anhelos de libertad, igualdad y justicia.

Aguirre no olvidó a su equipo en el exilio. En el Congreso Mundial Vasco de París, en 1956, mencionó especialmente a Espinosa y Gracia: el primero fue traicionado y fusilado y el segundo murió en la capital francesa. Espinosa -al que ahora se ha dedicado el nuevo hospital de Urduliz- escribió una carta de despedida al lehendakari que refleja la unión multipartita y el aprecio mutuo. Años más tarde, de los Toyos y Aznar también murieron lejos de casa.

Juan de los Toyos

Con 18 años se afilió al PSOE y a la UGT y fue fiel amigo de Indalecio Prieto. Dedicó toda su vida a la militancia socialista y obrera. Cuando murió exiliado en México en 1965, la revista Tierra Vasca publicó que fue un "hombre grande y un socialista integral, un vasco a carta cabal".

En 1917, fue elegido secretario general del Sindicato Obrero Metalúrgico de Bizkaia. Ese mismo año estalló la primera huelga general revolucionaria, tras la cual se exilió en París junto con Indalecio Prieto. A su regreso se mudó a Eibar en 1922, formó parte durante catorce años de las organizaciones sindicales de Gipuzkoa y  estuvo al frente de la cooperativa más importante de España, Alfa. Tras las elecciones municipales de 1931, Eibar fue el primer ayuntamiento de España en proclamar la II República, cuya bandera izó Juan de los Toyos como concejal socialista.

Se exilió de nuevo en Francia cuando estalló la revolución de Octubre hasta el triunfo del Frente Popular -formado por PSOE, Izquierda Republicana,  Partido Comunista de España, Acción Nacionalista Vasca y Unión Republicana- en el 36. De regreso en Eibar, se puso al frente de la Junta de Defensa de la ciudad ante la sublevación militar de Francisco Franco. Fue entonces cuando el lehendakari Aguirre le nombró consejero encargado del Departamento de Trabajo, Previsión y Comunicaciones del primer Gobierno vasco, cargo mediante el que instauró medidas como la regulación del acceso al empleo a través de la Organización Mixta profesional.

Cuando Bilbao cayó ante la ofensiva franquismo, De los Toyos pasó con el resto del Gobierno vasco a Cantabria, luego a Barcelona y finalmente se exilió en París, donde siguió bajo el mando del lehendakari. Sin embargo, en 1940 Aguirre afirmó que el socialismo vasco debía reconocer la nación vasca y limitó su relación con el PSOE. Aznar y Gracia eran partidarios, mientras que De los Toyos no consideraba separarse del PSOE.

Con el avance de los nazis en Europa y la desaparición de Aguirre, De los Toyos solicitó un visado a México y allí fue colocado como administrador en el Colegio Madrid. Defendió al Gobierno vasco en el exilio y la presencia socialista en él, incluso cuando la Ejecutiva del PSOE envió una carta a De los Toyos y al consejero Aznar considerando que el Gobierno vasco en el exilio debía finalizar. Ambos estuvieron en contra y De los Toyos dimitió. Dejó el Gobierno vasco por disciplina de partido, no por las decisiones de la Ejecutiva. Aguirre le escribió a Aznar que estaba “apenado” por la posición de De los Toyos: "Supongo cuáles han podido ser las presiones (…). Yo sigo apreciándole a pesar de todo".

Santiago Aznar

Con el golpe militar de Primo de Rivera, Aznar se exilió por primera vez en Francia hasta 1926. Cuatro años después fue nombrado secretario general de la UGT vizcaína, y vicepresidente de las Juventudes Socialistas en Bizkaia en 1932.

Fue elegido concejal de Bilbao en las elecciones municipales de 1931 y durante cinco años se convirtió en la figura más importante de la nueva generación de socialistas bilbaínos.

Una llamada lo llevó a presentarse en Gernika, donde el lehendakari Aguirre le nombró consejero de Industria del Gobierno vasco. Su trayectoria con los trabajadores de la industria pesada y de armamento -a parte de la que tenía en el socialismo- le permitió formar un equipo sólido. Tenía competencia sobre las industrias no bélicas y se encargó de la marina mercante y la pesca.

Con la conquista de Bilbao por las tropas franquistas, Santiago Aznar se exilió en Francia. La ocupación nazi lo obligó a huir más tarde a México, al igual que De los Toyos. En 1946 fue expulsado del PSOE por negarse a retirar la presencia socialista del Gobierno vasco. Siguió realizando estudios para el lehendakari en París y Londres hasta que se instaló definitivamente en Caracas, donde murió.

Juan Gracia

Con solo 12 años se afilió a las Juventudes Socialistas y a la UGT y cuatro años después ingresó en las filas del PSOE, donde desarrolló una intensa labor propagandística que empezó a hacer sonar su nombre.

En 1920 fue elegido concejal del Ayuntamiento de Bilbao, tras ser nombrado representante de la Juventud Socialista de Vizcaya el año anterior. Participó en la Junta de Defensa de Bizkaia y en Gernika fue nombrado consejero de Asistencia Social. Se ocupó de la protección de los niños -con Casas de Salud infantiles y de Huérfanos de Milicianos- y de la atención a los necesitados y a los numerosos refugiados de las provincias limítrofes.

Se exilió en Francia en 1937 como Aznar y De los Toyos y coordinó desde allí las labores de evacuación. Incrementó a su vez la búsqueda de refugios, apoyos y barcos que permitieran continuar con las mismas.

Sucumbida Euzkadi ante Franco el 19 de junio, el lehendakari Aguirre nombró a Juan Gracia Presidente de la Delegación del Gobierno vasco en París un mes más tarde. Gracia gestionó la organización y asistencia de los refugiados vascos y fue representante de la Delegación Española para la Infancia Evacuada. Con un agravado estado de salud, Gracia no fue capaz de abandonar la capital francesa ante la llegada de los nazis, y murió allí en 1941.

Alfredo Espinosa

Médico de profesión y republicano. Desarrolló sus primeros pasos en este ámbito para enfrentarse a la dictadura de Primo de Rivera y fue el único miembro del Gobierno vasco fusilado por los franquistas. El lehendakari Aguirre rindió homenaje a Espinosa en el Congreso Mundial Vasco de 1956, leyendo la carta de despedida que este le escribió antes de morir.

Entró en contacto con el ambiente republicano mientras cursaba la carrera de Medicina en Madrid y mantuvo la ideología cuando volvió a Bilbao. Espinosa estuvo afiliado al Sindicato Médico de Vizcaya, adherido a la UGT, y participó en la fundación del Partido Republicano Radical Socialista. Fue elegido concejal del ayuntamiento de Bilbao en 1931 y nombrado miembro de la comisión gestora de la Diputación de Vizcaya en la II República.

El 7 de octubre de 1936 Aguirre lo nombró consejero de Sanidad en el primer Gobierno vasco y se dedicó a mejorar las condiciones de la población que sufría la guerra -distribución de alimentos, botiquines para milicianos, adquisición de material sanitario...-. Participó, además, en la creación de la Facultad de Medicina de la Universidad Vasca.

Fue traicionado por el piloto de su avión cuando volaba a Santander, que aterrizó en Zarautz. Allí fue entregado a las tropas franquistas, llevado a Vitoria, juzgado, condenado y fusilado en 1937.

La memoria de cuatro hombres que hicieron historia

La Fundación Juan de los Toyos, que tiene como objetivo preservar la memoria del movimiento obrero en Euskadi, afirma que son "cuatro representantes de una generación de hombres y mujeres que merece ser recordada con orgullo por su compromiso". Asimismo, pone en relieve que su trabajo fue fundamental en el camino hacia unas condiciones de vida y de trabajo dignas. Ése es precisamente el objetivo del libro.

UGT Euskadi resalta también la labor de estos cuatro hombres al echar la vista atrás, pues "la importancia de la recuperación de la memoria histórica no es tanto un ejercicio de nostalgia, como un importante desafío para el presente y el futuro de nuestra sociedad". Espinosa firmó con anhelo su carta de despedida: "Cuando la historia nos juzgue a todos sabrán que nosotros hicimos lo indecible por evitar la muerte a los presos y por conservar el respeto absoluto a toda idea por opuesta que fuere a la nuestra".






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