Un blog desde la diáspora y para la diáspora

martes, 3 de abril de 2018

Cárcel de Pueblos y de Individuos

La vocación involutiva de la política carcelaria española tiene un largo aliento.

De todos es sabido que el estado español es la entidad política más retrógrada de Europa Occidental, siempre marchando décadas detrás de sus vecinos en más de un aspecto.

Uno que resalata, definitivamente, tal como lo muestran los casos vasco y catalán, es el de ver la sentencia carcelaria más como un ajuste de cuentas que como la posibilidad de una rehabilitación para quien obtiene una sentencia condenatoria.

De esto nos habla este reportaje de Gara:


En pleno debate sobre la prisión permanente revisable y con la eterna excepcionalidad carcelaria aplicada a casi 300 vascos, el reciente informe del Consejo de Europa disipa cualquier posible duda: en España hay más presos, más viejos y con mayores condenas.

Ramón Sola

El Consejo de Europa es la institución actual más antigua del continente y la que más estados engloba: 47. De ella emana el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Y el Consejo periódicamente elabora informes sobre el grado de cumplimiento de algunos de esos derechos. Una cuestión clave aquí es la utilización de la prisión, que acaba de ser radiografiada estado a estado con datos de 2016. El estudio tiene especial interés desde el prisma del Estado español, dado el actual debate sobre la prisión permanente revisable, y más específicamente desde Euskal Herria, por la persistencia de la excepcionalidad carcelaria aplicada a EPPK. Pues bien, sus conclusiones dejan claro que el Estado español está por encima de la media tanto en número de presos como en la edad de los mismos o la duración de las condenas.

El primer dato que hay que poner sobre la mesa es el del número de presos. Pese a que desde el Gobierno español se destaca en los últimos seis años un descenso continuo, los 60.687 presos y presas censados en junio de 2016 suponen un media de 133,2 por cada 100.000 habitantes, por encima de la cota de 127,2 del conjunto analizado. El dato es más ilustrativo si se compara con otros estados de la dimensión e influencia del español, que presumen de ser líderes en cuestión de derechos humanos: así, en el Estado francés la media de población encarcelada es de 102,6; en Italia, 89,3; en Alemania, 78,4. El porcentaje de prisioneros en el Estado español es más del doble que en países nórdicos como Dinamarca (59,7), Suecia (58,5), Finlandia (56,7) o Islandia (37,3), pero también está bastante por encima de Grecia, Austria o Bélgica. Como curiosidad, apenas hay personas presas en el minúsculo estado de San Marino (dos sobre un total 33.005 habitantes). En el extremo contrario se sitúan Georgia y Turquía, con medias de 256 y 244 encarcelados por cada 100.000 habitantes.

Aunque en este estudio no se recoge este factor, otros trabajos comparativos sitúan la tasa delictiva en el Estado español en un 27% menos que el promedio de la Europa de los 15, es decir, el núcleo primero de la UE. Ello hace más grave el uso y abuso de la prisión.

Condenas más largas

En el Estado español no solo hay más presos que la media, sino que también pasan bastante más tiempo entre rejas que los del resto de Europa, una constatación demoledora tanto para quienes en Madrid reivindican la prisión permanente revisable como para quienes en Euskal Herria insisten en prolongar al máximo las condenas a militantes vascos. El estudio fija la estancia media en prisión aquí en 21,9 meses, lo que solo es superado por Portugal, Rumanía y Azerbaiyán. Basta cruzar la muga del Bidasoa para encontrar una realidad bien diferente: en el Estado francés la duración media del encarcelamiento es 8,5 meses, menos de la mitad.

La inexistencia de la cadena perpetua como formula legal en el Estado español no atenúa esta realidad. Hay presos vascos como Santi Arrozpide y Antton Troitiño que superan los 30 años de cumplimiento tras construirse imputaciones nuevas después de su puesta en libertad, lo que supera el tiempo que pasan realmente en la cárcel condenados a pena perpetua en otros estados. Así ocurrió en Alemania con militantes de la RAF como Christian Klar, excarcelado en 2008 tras 26 años de cárcel pese a haber sido condenado a cárcel perpetua, o con Birgit Hogefeld, liberada en 2011 tras cumplir 18. Sobre las Brigadas Rojas italianas cayeron igualmente cadenas perpetuas a mansalva, pero por ejemplo su líder y fundador, Renato Curcio, volvió a casa tras 24 años.

El informe del Consejo de Europa indica que el 4,2% del total de condenas españolas son superiores a 20 años de cárcel, cuando la media del territorio continental es de 3,8. Este porcentaje está muy condicionado al alza por el caso griego, donde casi una de cada tres condenas supera las dos décadas (aunque, como ya hemos visto, el porcentaje real de presos es bastante escaso). En el lado contrario, hay numerosos estados en que apenas se aplican castigos así: por ejemplo, en Eslovenia, donde no hay cadena perpetua, se cuentan solo 20 condenas a más de 20 años, y en Islandia, ninguna.

Media de edad elevada: 40 años

Otro dato relevante y en el que el Estado español tampoco sale bien parado es el de la edad de las personas presas: frente a los 36,9 años de media europea, aquí se llega a 40, y de nuevo hay que fijarse en estados pequeños y de la periferia para hallar cifras más elevadas (45 en Malta, 42 en San Marino...). La realidad de los presos vascos vuelve a aflorar como ejemplo extremo: los datos recogidos por Sortuko Presoen Aldeko Batzordea en la publicación ‘‘KaleraInfo’’ detallan que hay 32 miembros del Colectivo de más de 60 años, y de ellos tres superan los 70, lo que supone una anomalía agravada por los altísimos periodos de cárcel acumulados a sus espaldas: Joseba Arregi Erostarbe suma 25, y el citado Santi Arrozpide, 30.

Como detalle que sobresale en el cuadro, el Consejo de Europa presenta los datos del Estado separados de los de Catalunya, dada su competencia penitenciaria, aunque los números resultan prácticamente idénticos.





°

No hay comentarios.:

Publicar un comentario